En los últimos días, se instaló el rumor y es hoy es algo concreto. Las situaciones socio-económicas de cada nación candidata a formar parte de la competencia más dura del planeta, resultan clave en que ninguno de los países pida oficialmente ser anfitrión. Chile, con la presidencia de Sebastián Piñera, quiere volver a llevar el Dakar tras su última participación de 2015, pero los trasandinos no están muy convencidos en apoyarlo.
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En Perú, la inestabilidad política actual es un punto negativo pese a que en esta edición, dejó muy conformes a los organizadores, quienes vieron en el país inca, un terreno similar al de África.Sin embargo, estas dos naciones son las que más cerca están de arreglar con ASO (Amaury Sport Organisation), para formar parte del circuito que se correrá a comienzo de enero próximo. Santiago, la capital chilena, podría ser el punto de partida y Lima, el final del trayecto.
La Argentina podría perderse el Dakar porque el Gobierno nacional no está dispuesto a desembolsar una buena cifra de dinero para solventar gastos. Según dicen, "el presidente Mauricio Macri está obsesionado con traer la Fórmula 1", de acuerdo con lo que publicó Julio Nakhle, periodista de El Tribuno de Salta.
