Los jujeños que transitaron por el centro capitalino en los últimos días pueden haberse encontrado con una nueva estatua viviente muy llamativa: una mujer teñida de un color entre dorado y marrón.
Cuando la estatua abandona su rigidez, conocemos a Anny Méndez, una joven de Venezuela, que junto con su pareja, un argentino, viaja por Latinoamérica solventando sus gastos gracias al arte callejero.
Ella abandonó su tierra de origen en el 2017, pero según manifiesta, no obligada por la situación económica y social, sino por elección.
Conoció a su novio por internet y él emprendió la aventura hasta el país caribeño para buscarla. Luego estuvieron en Colombia y posteriormente en Ecuador, donde están radicados actualmente.
"Solté todo y decidí empezar a viaje, se te abre totalmente la cabeza y empiezas a ver la vida de otra manera", explica luego de contar que poseía un trabajo administrativo que nada tenía que ver con el arte.
A partir de los consejos de una amiga, y de muchas horas de práctica, se transformó en una estatua que no tiene una identidad unívoca, porque su traje "para una persona significa una cosa y para otra persona significa otra".
"La gente jujeña es muy allegada, son, como dicen ustedes, re piolas", expresa con una sonrisa Anny, quien en unos días emprende el regreso para el norte de América del Sur.
