Liga Profesional de Fútbol

Boca le ganó 1-0 a Defensa y Justicia sobre el final y toma algo de aire

El equipo de Hugo Ibarra rompió la racha, tras cuatro encuentros sin victorias, con un gol agónico del juvenil Luis Vázquez que llevaba 16 encuentros sin convertir. Sigue en la pelea por la Liga.

luis-vazquez-boca-juniors
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22-08-2022 07:24

Un desahogo. Un remate imperfecto que se hizo ideal en el final en la única resolución ofensiva. Una contra, solo una, de las tantas que insinuó Villa en la noche. Un gol en el último instante, el de Luis Vázquez (después de 16 partidos volvió a marcar) para ganar un encuentro que estuvo cuesta arriba en un buen tramo del segundo tiempo. Una victoria, que no es poco, en Florencio Varela al siempre complejo Defensa y Justicia de Sebastián Beccacece. Y las cuentas que dan mejor que la realidad: cinco partidos sin derrotas, con tres vallas invictas en fila, a 6 puntos del líder Atlético Tucumán (todavía tiene un partido) al que va a recibir en la Bombonera en la próxima semana. ¿Un punto de partida? Se parece más a un alivio de cara a la transición que se eligió hasta octubre en la que el tiempo le marcará los retornos de un plantel diezmado pero que no parece encontrar certezas más allá de los resultados. Aunque en el bolso se haya llevado los tres puntos, lo del conjunto de Hugo Ibarra luce como una historia distinta en cada encuentro, impredecible en su desenlace pero constante en su falta de juego.

Es que el ritmo del partido siempre parece marcarlo el rival de turno de Boca. Si es veloz como Racing o Defensa y Justicia, se corre a esa velocidad e intensidad (ya no en slow motion como en los primeros tres encuentros fuera de Brandsen 805). Si en cambio es a un tranco más cansino como el de Platense o Rosario Central, entonces los de Ibarra juegan a ese tono que invita el otro. Jamás logra acelerar o poner al otro equipo en situación de asfixia por presión o someterlo en campo ajeno. Las estadísticas lo posicionan en el top 5 de equipos en la posesión de la pelota (arriba del 65%) pero todo lo hace en la intrascendencia del triángulo Alan Varela y los centrales del día (en Florencio Varela fueron Roncaglia y Figal, ante la sanción de Zambrano y la lesión de Marcos Rojo).

Así, Boca juega a reaccionar y nunca a proponer. En eso anduvo con la búsqueda de algún error rival, con Luis Vázquez aislado (y con falta de confianza, incluso en el gol le pegó sin firmeza) y Villa corriendo más en el retroceso que tomando decisiones en los metros finales. Todo hasta esa última pelota en la que por fin le salió lo que intentó a cuentagotas. Aunque no se trate de una estrategia a trabajar, sí es un arma que todos los rivales conocen que Boca tiene pero que pocos suelen desactivar durante los 90 minutos.

Siempre lució más entero el equipo de Sebastián Beccacece, pese a que en los primeros 45 minutos casi no inquietó el arco de Agustín Rossi. Aunque para esto último hay una explicación: en los últimos meses el equipo de Varela perdió a todo su gran bloque ofensivo (y con él se fueron 90 goles) ante las transferencias de Merentiel, Bou, Rotondi y Pizzini. Los reemplazos siguen sin asustar al que se le pone adelante. Y eso termina repercutiendo en lo que propone, con movimientos aceitados, con relación a lo que termina consiguiendo.

La segunda parte tuvo al local como dominador. Motorizó por la banda izquierda con Togni el mejor funcionamiento y apostó a las pelotas cruzadas a las espaldas de un Sández desbordado, atolondrado y siempre impreciso. Por eso, con pocas chances pero con una constancia mayor a la de Boca, hizo trabajar a Rossi. Con un zurdazo a Rios y con una atajada oportuna a Frías. No mucho más, pero lo suficiente como para que la balanza le haya favorecido al local.

Ibarra metió mano, pero fue cambiar algo para no cambiar nada. Entraron el chico Brandon Cortés, de gran nivel en la Reserva pero al que le costó hacer pie, Payero y Aaron Molinas. ¿En la teoría? Para hacer de la tenencia de la pelota su método de ataque con algo más de continuidad en las asociaciones. ¿En la práctica? Siempre apostando a la segunda pelota y a la velocidad del colombiano Villa, capaz de iniciar tantas contras como de desperdiciarlas en un ir y venir con Tripichio, quien solo lo descuidó en el cierre y lo terminó pagando demasiado caro.

El segundo tiempo se fue llenando de roces, faltas (Sández pudo irse expulsado cuando estaba amonestado y le pegó un manotazo a su rival) y una mitad de la cancha en la que sobraron energías pero pocas ideas de juego. Porque tanto el local como la visita quisieron adueñarse de las bandas pero ninguno logró hacerlo. Y así se diluyó un partido que no dejaba a nadie conforme en Florencio Varela. Hasta que apareció esa distracción que esperó Boca durante más de 90 minutos, porque Villa aceleró todavía con los pulmones con oxígeno y eligió bien por única vez en la jornada. Y porque Vázquez, repleto de dudas y vacío de confianza, controló una pelota que lo dejó mal perfilado. El zurdazo pifiado, débil, que entró casi sin fuerza al arco de Unsain fue una analogía de lo que hoy es Boca. Un equipo que es capaz de ganar, pese a todas sus dudas.

Fuente: Clarín

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