Cristina Kirchner le leyó a su secretario de Obras Públicas, José López, uno de los cuadernos secretos de su gestión. Era marca “Arte” y contenía las anotaciones de los negocios “paralelos” que su ex marido, Néstor Kirchner, escribía con precisión obsesiva. Montos de dinero.
“José, ¿vas a ser parte del problema o de la solución”, le preguntó la hoy senadora al ex funcionario, preso y bajo custodia del programa de protección de testigos. López le respondió que sería parte de la “solución”. Significaba que continuaría pidiendo sobornos bajo mandato de la Jefa, así como lo había hecho antes para su Jefe.
Pero antes fue pedagógico con la Presidenta. “Entonces le conté cómo era todo”, declaró el ex secretario de Obras Públicas ante el fiscal Carlos Stornelli y su colega y ayudante en esta investigación de los “Cuadernos K”, Carlos Rívolo.
López es uno de los veinte “imputados arrepentidos” que Stornelli logró hacer “hablar”, un récord absoluto para una causa judicial por corrupción.
Esa declaración de López será el nudo central que usará el juez Claudio Bonadio para procesar a Cristina. El magistrado pediría también su prisión preventiva. El escrito que hace temblar a los empresarios más influyentes del país, a la oposición y al oficialismo, la prensa y la opinión pública informada, se conocería el lunes o el martes.
Además de las palabras de López, Bonadio se apoyará para dictar el procesamiento de Cristina y de otros cincuenta indagados en el expediente en otras pruebas aún no conocidas.
En un expediente de más de 38 cuerpos, Bonadio acusa a Cristina de haber liderado una “organización criminal” que usó medios del “Estado Nacional” para acumular sumas de dinero ilegítimas, por parte de diversos particulares, muchos de ellos, empresarios contratistas de la obra pública.
La confesión de José López, que según fuentes que conocen el caso es rotunda por su nivel de veracidad y descripción de cómo funcionaba por dentro la matriz de la probable corrupción K, ayudó a los investigadores a conocer cómo sería el armado de la “organización criminal” que se extendería a otros ministerios y a otros recaudadores de los Kirchner.
Entre los ex funcionarios K que más complicaron a su ex jefa Cristina se encuentra también el ex titular del Organismo de Control de las Concesiones Viales (OCCOVI), Claudio Uberti, que confesó cómo y por qué los Kirchner le ordenaban recaudar cientos de miles de dólares de modo ilegal.