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Lo dieron por muerto por COVID pero “milagrosamente” volvió a la vida

Norberto Di Natale tiene 64 años, estuvo cuatro meses internado, perdió 20 kilos, y los médicos dijeron que solo se podía rezar por su vida. Sobrevivió, y hoy espera la vacuna.

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10-05-2021 20:24

“Me acuerdo que estaba boca abajo y me decía a mí mismo: tranquilizate, vas a estar bien... Entonces empecé a contar los latidos de mi corazón, a seguirme el compás: tic, tac, tic, tac... Hasta que en un momento empezó a disminuír cada vez más, cada vez más, y ya sentía tic... tac... tic... cada vez más espaciado. Hasta que en una hizo tic... y no hizo más nada. En ese momento me di cuenta de que se me paralizó todo el cuerpo, y empecé a sentir un griterío ahí dentro de terapia. Fue tremendo. Y no te puedo decir si fueron diez segundos o dos horas, porque no sé, perdés la noción de todo, pero yo me di cuenta de que se me paró el corazón. Sí. Y ese fue el momento en que me morí”.

Norberto no sabe dónde se contagió. Sí sabe que fue el primer paciente de Pergamino que sobrevivió a una intubación. Antes que él, todos los pacientes intubados fallecieron. Él dice haber muerto también, pero revivió. Los médicos también lo daban por caso perdido, y lo encomendaban a cadenas de oración. Sus amigos incluso hicieron rituales de despedida. Y él sintió la luz al final del túnel, el cambio de peso repentino, pero al final no murió y se convirtió, para quienes lo conocen, en “el muerto que habla”.

“Me llamo Norberto Di Natale y tengo 64 años. Tuve la mala suerte de sufrir el COVID el año pasado, cuando empecé con un problemita y me internaron. Fue el 2 de octubre. Primero me internaron una semana, me dieron el alta y me mandaron a mi casa. A los dos días me agarró fiebre, y ahí se desarrolló todo el problema. Tuve que volver al hospital”, cuenta.

“Me internaron un día jueves, con fiebre. El viernes esperábamos el plasma. Ese día la pasé muy mal, sentía que estaba realmente muy grave. Llegó el plasma a las nueve de la noche. En la habitación había un biombo y a un metro mío había otra señora internada. Nos conectaron al plasma a la misma hora. A las 3 o 4 de la mañana, yo estaba entredormido y medicado, sentí un ruido, pero no me di cuenta qué era. A la mañana temprano me desperté y me enteré de que la señora de al lado mío había fallecido”, relata.

La internación fue en la Clínica Pergamino, una institución privada que recibió una gran parte de los pacientes COVID de la ciudad. Ese octubre fue el peor mes, y Pergamino sufrió más de 30 muertes (número superado en abril de este año, en plena segunda ola). Pero mientras muchos fallecían, Norberto la peleaba.

“El día siguiente a la muerte de la señora me volvieron a colocar el plasma. Al rato internaron a otra mujer más, un poquito mayor que la anterior. Otra vez nos ponen el plasma a los dos juntos. Otra vez, a las cuatro de la mañana esa señora fallece. Realmente fue una experiencia muy amarga, muy difícil. ¿Qué vas a pensar estando en esa habitación? Muere una persona el viernes, muerte otra el sábado, no hay dos sin tres: ahora me toca a mí, pensaba”.

Dos días después, a Norberto le llegó lo peor. Sufría neumonía bilateral a causa del COVID y los pulmones ya no estaban en condiciones de trabajar solos. Decidieron intubarlo y conectarlo al respirador. Hasta ese momento, ningún paciente en la ciudad había sobrevivido al proceso. Desde entonces, Norberto perdió el conocimiento.

“No puedo decir que estar intubado fue difícil porque yo estaba dormido, pero habrá sido difícil para mi familia. Los médicos de la Clínica Pergamino han hecho todo lo posible, no solo conmigo, con todo el mundo. Tiempo después me dijeron que un día los hice asustar de verdad, que pensaron que me moría”, cuenta ahora, con su mujer al lado.

Sí, muy. Y yo he escuchado muchas veces a gente decir que hay un túnel con una luz al final... Yo vi exactamente lo mismo. Lo que tantas veces escuché por televisión... vi exactamente lo mismo. Es una cosa que no se puede creer pero que es así. Y no es que lo pensás o imaginás, pasa. Y es muy duro.

“Un día de los once que estuve intubado llamaron a la familia diciéndole que me habían bajado la cantidad de medicamento porque había una buena evolución, que aparentemente yo estaba queriendo arrancar a respirar con mis pulmones. Pero al día siguiente llamaron a mi hijo, que es médico, y le dijeron que lamentablemente había empeorado la situación y que lo único que quedaba era rezar, que ya no había más nada para hacer, se había hecho todo lo que estaba al alcance”, dice.

Tiene la voz ronca, como si aún estuviera recuperando el aire que perdió. Se lo ve fuerte, pero cuenta que perdió 20 kilos con la internación y que le costó volver a ponerse de pie y caminar. De a poco, va recuperando el ritmo deportista que tenía antes, pero su vida no es la misma después de todo lo que pasó.

Fuente: Infobae

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