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Una escuela se niega a llamar por su nombre a un chico trans de 13 años

"¡Se llama Tomás!", fue el planteo de sus compañeros a una profesora.

08-10-2019 21:18

Tomi no se sentía feliz. De hecho, hacía un par de años que no miraba a nadie a los ojos. Protestaba cuando su mamá le pedía que se pusiera un vestido y disimulaba la cara de desilusión cuando en sus cumpleaños recibía regalos "femeninos", como el perfume de mujer que le compró su hermana mayor, Selene. Tiene 13 años y en el Instituto Ricardo Güiraldes de Banfield no respetan su identidad de género autopercibida.

Estudiante de Relaciones Laborales y 12 años mayor que su hermano, Selene asegura que nunca notó el padecimiento de Tomi, de 13, hasta que a principios de año pidió cortarse el pelo, que llevaba largo hasta la cola. "Mi mamá insistió en que no lo hiciera, que se lo dejara carré. Cuando escuché que ella pedía que no se lo cortara 'como un varón', creo que ya se estaba dando cuenta de algo", relata. "Esa insistencia de mi mamá hizo que Tomi demorara más en salir del closet".

Tomi, al que llamaron Lourdes al nacer, jugaba al fútbol en equipos de mujeres hasta hace pocos meses, cuando se probó para la selección sub 17. Pasó por Boca e Independiente y Racing. "Era excelente. Pero, por supuesto, eso no resultaba nada raro", aclara Selene. Los otros dos hermanos de Tomi -son trillizos- tampoco se asombraban de que él jugara a la pelota, y lo tomaban con total normalidad.

En febrero, Tomi le dijo a su mamá que le gustaba una compañera. Ni bien empezaron las clases, habló con sus pares en el colegio y con algunos docentes. Recién en julio pudo contárselo a su hermana primero y después a su madre. Probablemente el regalo de un libro que hablaba de diversidad y los ideales feministas de su hermana le hayan facilitado abrirse con ella.

"Por otro lado, siempre fuimos muy unidas, yo fui muy maternal y cercana. Compartíamos habitación, y en cierto modo tal vez pensó que me estaba abandonando, que íbamos a perder esa conexión, que yo me iba a enojar. Pero la relación no cambió", continúa Selene. "Se mudó a la habitación de los nenes de la manera más natural".

Los adultos son el problema

Los compañeros y compañeras de Tomi aceptaron el cambio con naturalidad. No hubo bullying ni discriminación. Sin embargo, "las dificultades están en los adultos", señala Selene. Tomi cursa el segundo año en el Instituto Ricardo Güiraldes de Banfield. La situación en la escuela empezó después de que su madre tuviera una primera reunión con la directora, Claudia Santiso. "Tal vez ella estaba en pleno proceso de aceptación, con el llanto a flor de piel, y no fue demasiado convincente cuando contó lo de mi hermano", admite Selene. Pero de todos modos, la reacción de la institución fue no acompañar el proceso de su alumno con sensibilidad y conocimiento.

La negativa de la escuela a llamar a Tomi por su nombre autopercibido y seguir llamándola "ella" y "Lourdes" es firme. Alegan que "todo proceso es paulatino" y que hasta que el cambio registral no esté inscripto en su DNI, seguirán llamándolo con lo que Tomi denomina su "nombre muerto". "Mis padres por supuesto están dispuestos al cambio registral, pero Tomás no lo sentía como algo fundamental para hacerlo de inmediato. Tiene 13 años y no hay demasiadas situaciones en las que use el DNI en la vida cotidiana", sostiene.

A la segunda reunión en el colegio, la mama de Tomi fue con su marido. "Tal vez la dirección no se esperaba que mi papá también apoyaría el proceso de mi hermano", dice Selene. "Creyeron que él se iba a oponer y que iban a tener en él un aliado".

Los chicos le enseñan a la profesora

Una profesora de literatura que, en plena clase, llamó con el nombre de mujer a su alumno recibió una explosión de sus estudiantes. Al unísono, chicos y chicas dijeron "¡Se llama Tomás!". Cuando pudo acallarlos, les respondió que ella no dejaría de llamarlo Lourdes "porque esa era la orden de la dirección". De hecho, una joven docente de matemática que empezó a llamarlo por su nombre autopercibido recibió una reprimenda y una prohibición de hacerlo por parte de las autoridades. "Es decir, que en la escuela no son libres de respetar los derechos de los alumnos", apunta Selene.

"La directora le pidió que el Instituto formara parte del equipo que acompaña a Tomi en el Hospital, pero eso no corresponde. Hay una ley que ellos no están respetando", dijo la hermana.

En efecto, la ley es clara. "Mi mamá, que es docente de primaria y se sabe el texto de la ley con puntos y comas, lo fotocopió, lo marcó con fibrón y lo pegó como carta abierta a los profesores en el cuaderno de comunicados de mi hermano", apunta Selene. "Nada cambió. Les hicieron firmar a mis padres un acta donde se comprometen a 'respetar los tiempos del colegio', cuando acá son ellos los que se están violando son los derechos de un niño".

Fuente: Todo Noticias.

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