Claudia Figueroa

Yolanda Paz: “Mi papá fue mi héroe”

Columna de opinión de Claudia Figueroa.

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20-07-2020 08:07

Esta es una historia de pandemia, la historia de la familia de Marcelo Paz, el camionero de Fraile Pintado que se convirtió en la primera víctima fatal de coronavirus en Jujuy. Tras su diagnóstico en el mes de mayo, Caimancito y Fraile volvieron a fase 1 y como consecuencia, él y su familia sufrieron (como la mayoría de las personas infectadas), el increíble e inexplicable ataque de una sociedad tan violenta, como la misma enfermedad. Jujuy Investiga entrevistó en exclusiva y por primera vez a Yolanda, una de sus hijas.

Cuando tome contacto con Yolanda, recordé los ataques que habían recibido ella y su familia, luego que Manuel fue diagnosticado con coronavirus; una vez más, la ignorancia señalaba con el dedo y atacaba a una familia que ya sufría su propio infierno. En su voz, percibí el temor, propio de quien en poco tiempo ha sufrido demasiado. Puertas adentro, la familia todavía vive el duelo por la muerte del jefe de familia de quien no se pudieron despedir y a quien no le dieron el último adiós; y puertas afuera, aún el recelo por el maltrato social que ya habían sentido por redes sociales, cuando dio positivo el hombre de 52 años, que había vuelto a casa. Sin embargo, con el paso del tiempo, me confesó con seguridad que sentía que era el momento de hablar, de contar como habían sido los últimos momentos de su papá, de todo por lo que habían pasado y de enfrentar los miedos que algún día debía vencer.

Marcelo había llegado de un viaje que lo tuvo un poco más de dos meses alejado de su hogar, demorado en gran parte por la cuarentena. Pasó hasta Caimancito a dejar a su acompañante y volvió a reunirse con la familia. El encuentro reunió al esposo con su esposa y al padre con sus hijos, a quienes les mostraba el resultado negativo del test rápido de Pampa Blanca. “A pesar de todo, nunca se sacó el barbijo, es por eso que ninguno de nosotros se contagió”, acotaba Yolanda con la voz firme y los ojos perdidos en el recuerdo del hombre a quien llama “mi héroe”. “Después de eso, todo pasó rápido: fue a la guardia del hospital porque se sentía mal, nos aislamos en familia, se activó el protocolo, el 26 de mayo dio positivo...y de ahí todo fue un calvario” me explicaba con voz entrecortada mientras las lágrimas brotaban de sus ojos anclados en el pasado.

Al tiempo que Marcelo Paz era ingresado al Htal. San Roque, los siete integrantes de su familia y otros veintiséis contactos directos cumplieron el aislamiento reglamentario en el Htal. De Campaña y después regresaron a sus lugares de origen. Pero ahí no había terminado todo, el 12 de junio fueron convocados para regresar a San Salvador, donde les informaron la noticia que nadie quiere escuchar. De esas tres semanas y tres días Yolanda recuerda algunos pasajes que quedarán grabados para siempre: “la gente del htal. De Campaña fueron unos ángeles, nos ayudaron en todo momento, nosotros no entendíamos que estaba pasando”, pero cuando revivió el peor momento, dijo con alivio y resignación: “sabemos que nunca estuvo solo porque los médicos que lo atendieron siempre estuvieron ahí, aunque él sentía culpa por todo lo que dijo la gente”.

“Desearía que nadie, que nadie más sufra como sufrió mi papá, ni pase por lo que vivimos”, reflexionaba la joven que no pensó en descargos furiosos, ni en insultos, ni en venganza, porque sabe que nada de eso le devolverá el cariño, la sonrisa, ni los abrazos del hombre que ya se fue y que seguro se siente orgulloso de ella y sus palabras.

Después de la entrevista, Yolanda me escribió: “en este tiempo, después de lo que me tocó vivir, encontré personas maravillosas...me escribió mucha gente y me brindaron su apoyo y contención...”

Con seguridad, ellos necesitarán tiempo para sanar sus heridas, pero sin dudas ese proceso parece haber comenzado.

Mi reflexión: Naturalizar la violencia es perder más de lo que nos roba la pandemia, es extraviar en la ignorancia la capacidad de sentir compasión: ese Sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo.

Hasta la próxima.

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