Elisabeth Amat

Agosto

En este mes de la Pachamama, más allá que los vientos del Norte atormentan a algunos, sólo puedo inspirarme en esta tierra bendecida por el sol. 

11-08-2018 13:54

Una tierra que entrega infinitamente, agreste, rojiza y marrón en estos lares, que nada espera, que la paciencia la hace perfecta. El que nació en Jujuy, ya cuenta en su ADN con la paz y tranquilidad de las entrañas de agosto, pero el que llegó más tarde, todavía se sorprende de la quietud de sus tardes y sus siestas sosegadas.

AGOSTO. Semanas donde en cada esquina, la ofrenda a la PACHAMAMA es la protagonista. Una boca, con olor a sahumerio, abriéndose para alimentar a una Madre que se prepara para una primavera abundante. Un septiembre que nos regalará un estallido de colores invitándonos a cambiar el humor. Una época perfecta para reflexionar sobre ese equilibrio entre el dar y el recibir que comienza en el mismo acto de respirar el aire que nos envuelve y expirar aquel que el árbol necesita. Y es que está en el alma de cada uno experimentar que, cuando nos entregamos de la forma más simple, usando toda la fuerza de nuestro yo en ese acto de dar, la paz interior, esa calma dulce y lenta, aparece en aquel espíritu que tanto había buscado en sí mismo para encontrarla...Y ahí, entendemos , que en el despojo del egoísmo y la soberbia, cuando la mirada deja de estar en el ombligo y se traslada al otro, pensando en dar y no en recibir, entonces, surge el silencio como el agua en el desierto... Un silencio placentero, muy parecido a lo que llamamos felicidad.

AGOSTO. Mes de los toros y de las vides durmiendo... que por una vez te acuerdas de CASABINDO ... Ese pueblo en medio de la Puna callada que en la fiesta de la Asunción se engalana para brindar homenaje a Quipildor Tabarcachi. Aquel soñador, hijo de la tierra del oro, que por salvar a sus gentes del yugo español, perdió su vida en la plaza entre vinchas y animales embravecidos... Y es que “mientras miraba la luz de frente no vio la sombra...” que acechaba en su espalda desnuda. Otro acto de entrega altruista.

Y el 23, la tierra volverá a hablar a pesar del paso del tiempo. Esta vez se unirá a las llamas del fuego que arrasaron con todo para no ofrecerle nada al enemigo y así, tenga que retirarse. Pero una vez más, volverá a manifestarse en el mes de la PACHAMAMA. Esta vez, eliminando su abundancia, para salvar a un pueblo que tenía que marchar, para después volver y quedarse.

Y es que Jujuy es sinónimo de tierra. Una tierra que nos ilumina en el amanecer, con cerros que inspiran a pintores, con cosechas que alimentan y flores, que muy pronto transformarán las alfombras amarillas de los campos de invierno.

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