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La pelota se manchó y nada nos sorprende

Algo que viene ocurriendo hace décadas, lo vivimos nuevamente en la antesala del partido más importante de la historia del fútbol argentino.

22-11-2018 10:36

¿Hace cuanto tiempo la violencia es la protagonista en eventos deportivos? ¿En marchas? ¿En las calles del país? Se podría decir que todo esto ya esta naturalizado, que nada nos sorprende que pase.

La final más esperada por el hincha del fútbol argentino,y por supuesto más por los fanáticos de River y de Boca tuvo finalmente su día, en noviembre, del 2018. Abuelos, niños, contemporáneos de la época, aguardaban por la definición de este título que es la obsesión de ambos clubes. Era posible y de esperar, que los inadaptados de siempre aparezcan, que salpiquen con su mancha de violencia un espectáculo de gran importancia como éste.

La ida se dio positiva, no hubo heridos, no hubo negligencia, nada extraño ocurrió en la Bombonera, que terminó con el marcador igualado en 2, aguantando al partido de vuelta, que ya comenzaba a organizarse desde todos los puntos necesarios.

Macri, el presidente de la Nación, estaba convencido de que en el encuentro tenga a las dos hinchadas presentes en los partidos. Y quienes no estaban nada de acuerdo eran los mandatarios de los clubes protagonistas, con el argumento de "que no iba a ser posible llevar a cabo un operativo de tal magnitud".

Dicho y hecho. El sábado, previo al encuentro, cuando el micro de Boca se acercaba al Estadio Antonio Vespucio Liberti, en Nuñez, arrancó la primera página de este libro negro. En la avenida en la cual transitaba el colectivo con el plantel, no se veían efectivos policiales, ni vallas, ni nada que se parezca a "cuidar y resguardar" al equipo, de los hinchas que se veían a los alrededores. ¿Por qué pasó por ese lugar, si no estaban las medidas de seguridad pertinentes? ¿Cómo la policía/ prefectura dejó pasar, y por que liberaron la zona? ¿Que hay en el fondo de esto? En "la curva de la muerte", el micro sufrió piedrazos, botellazos, de algunos simpatizantes que estaban en el lugar. Nadie los frenó, nadie los paró, sabemos que existen y que están, y que algún daño iban a hacer. Claro está que se pudo prevenir.

Ahora, otro punto. El colectivo que trasladaba al plantel xeneize, no contaba con vidrios blindados, como precaución a que pasen estas cosas.

Pero seguimos con lo mismo. Una de las fallas más grandes estuvo en el operativo policial. Luego de que pasaran dichos incidentes, los agentes comenzaron a tirar gas lacrimógeno para reprimir a los hinchas que tiraban los proyectiles. Eso derivó en uno de los hechos claves de esta problemática: el gas ingresó al colectivo, donde los jugadores se vieron dañados y afectados. Sumado a esto, dos de ellos con cortes superficiales y sin llegar con buen estado al estadio.

La Conmebol tenía que reaccionar rápido. La gente permanecía en la cancha hace varias horas, el peligro adentro y afuera era cada vez mayor, pero los jugadores xeneizes no estaban en condiciones de jugar. Eso a la Conmebol no le importó. Reprogramó el partido dos horas mas tarde. Los presidentes no estaban de acuerdo, decidieron no jugar, y se pasó el partido para el domingo. Un desastre.

Otra página más, que nunca debió escribirse. La decisión de no jugar estaba tomada, los deportistas no estaban bien para jugar, no tenían por que hacerlo en esas condiciones, y obviamente se suspendió de nuevo el encuentro. ¿Acaso la plata, la movida interna, los intereses pesaron MUCHO más que la integridad de una persona? Si, en todo momento.

Todo se arruinó, la ilusión de miles que realmente querían disfrutar, que dejaron muchas cosas por estar ahí, pero lo que peor nos dejó fue la imagen de sociedad que mostramos ante los ojos del mundo, violentos, poniéndole bengalas en el cuerpo de un niño, matando animales entre los hinchas, rompiendo autos en los alrededores del estadio, la mafia interminable de la barra brava, una cultura que necesita un cambio radical. Se que no debemos generalizar, pero el panorama se vio expuesto. No estamos listos ni para un partido de fútbol. Otra vez ganó la violencia, perdió el fútbol y hubo un fracaso social muy grande.

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