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Ellas también juegan, y van a jugar siempre

Las mujeres siempre pelearon y lucharon por su lugar en el mundo, y el fútbol no quedó exento de esto.

03-01-2019 10:01

Si nos remontamos a la historia del fútbol femenino, se cuenta que el primer partido oficial fue en 1895 en Londres, casi como se lo miraba hace unos pocos años atrás: el público asombrado por lo que veía (sí, chicas jugando con una pelota en los pies), por el hecho de considerar casi naturalmente que el fútbol era un deporte de hombres.

A las mujeres -a muchas- siempre les gustó, desde chiquitas, patear, jugar con ese juguete que iba por el piso, y tenía como objetivo principal terminar adentro de un arco, o dos mochilas separadas por un espacio determinado. Las veías en las plazas, en el patio de casa, en los cumpleaños, pero no eran “una más”, eran consideradas “varoniles, marimachos” (y otras palabras que no quisiera traer al discurso), tan solo por jugar a algo que “no les pertenecía”.

Pero vaya que muchas lo hacían bien, y que hasta superaban las habilidades de los mismísimos amigos que jugaban con ellas. Si, quizás alguna tuvo suerte y era incluida.

Pero como toda lucha, y pelea, cuando comienza a ser masiva, se comenzaron a ver cada vez más mujeres con botines, con equipos de fútbol, se animaron a mostrarse, alzaron la voz para que el mundo entero sepa que es un deporte totalmente universal, y que tenían derecho a practicarlo sin ser juzgadas.

¿Cuántas veces escuchaste 'callate, sos mujer, vos no sabes nada de fútbol'? ¿Se cansaron, verdad? Y en silencio hizo mucho ruido, y ellas fueron revelando que el género femenino, lleno de obstáculos, prohibiciones y prejuicios, iba a pasar a una parte importantísima de la historia.

El salto que hicieron fue tan alto que no hay dimensión. Pasaron 12 años para que la selección femenina argentina de fútbol pueda clasificar nuevamente a un mundial. En esos años, no hubo el apoyo que recibe prioritariamente la selección masculina, no fueron valoradas ni tenidas en cuenta. Aun así siguieron adelante y contra viento y marea lograron estar ante los ojos de todos nosotros.

Ni hablar de las ligas de cada provincia, de cada ciudad del país. Hasta se logró incorporar la categoría reserva. Algo que se veía tan lejano.

El fútbol femenino está empezando a llamar a las niñas de tempranas edades, siempre con la apertura de pensamientos de los padres, ya que siempre se vio que el fútbol era un deporte de hombres, pero todos estamos viendo cada vez más llenas las canchas de chicas. “Una niña no va a dejar de ser niña, ni una mujer va a dejar de ser mujer por jugar a este deporte” me dijo una docente de educación física que entrena con pequeñas.

El fútbol, logró cambiarle la vida a muchas de ellas, a superarse, a crecer, a encontrar un lugar de pertenencia.

Y algo que destacar, es que entre ellas, en una cancha ni afuera, existe la violencia. Se apoyan, se alientan, se saludan con un abrazo cuando termina un partido. Todas son pares y tienen un mismo objetivo, que el fútbol se juegue en paz.

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