Elogio de la maternidad
La Madre es algo así como el reflejo del rostro materno de Dios.
Dios no es sólo Padre, sino también Madre.
Recordamos el texto del profeta Isaías: “aunque una madre abandone a su hijo yo no te
abandonaré”(Is 49,15)
Recordamos también cómo Jesús expresaba su misericordia con rasgos de dolores maternales (el
N.T. dice que se le conmovían las entrañas).
También San Pablo expresa su amor a su comunidad expresando que los había engendrado como
una madre ( 1 Cor 4,15) y a los Gálatas les dice que sufre dolores de parto por ellos ( Gal 4,19)
El amor y el dolor de una madre es siempre algo inexplicable y misterioso y hace relación a esos
nueve meses que llevó a su hijo/a en su seno.
Sólo una madre sabe lo que siente por sus hijos.
Por eso hacemos el elogio de la maternidad, porque es en lo humano lo más parecido al amor
entrañable de Dios mismo por nosotros.
La maternidad nunca debe ser considerada un “peso”, una “molestia”, un impedimento para la
propia realización, porque la maternidad es la realización plena de una mujer que ha sido creada
por Dios con un cuerpo y un corazón directamente orientado a la Vida.
Nuestra sociedad debería premiar la maternidad y cuidarla porque en toda madre se hace
presente el poder creador de Dios.
Hoy estamos traspasados por una mentalidad que ha degradado la maternidad, que la ha
transformado en un accidente.
También vemos cómo se ha transformado en algo “comercial”, ya que se habla de vientres
subrogados , de maternidad alquilada y de otras múltiples formas de traer al mundo hijos ,pero
prescindiendo del proceso natural que implica un acto de amor y la presencia amorosa de una
madre y un padre.
Todo hijo necesita de madre, de su ternura, de su atención , de su leche materna , de su voz, de su
cariño, de sus desvelos, de sus sacrificios y de todo aquello que integra la dulce tarea de ser
mamá.
Una sociedad sin madres será una sociedad sin ternura y sin el calor del verdadero amor
desinteresado que vive esa mujer que da todo por sus hijos.
Por eso es que necesitamos hacer el elogio de la madre y de la ayuda indispensable del padre.
Que las madres nunca consideren el hijo como un obstáculo a su realización como mujeres, sino
mas bien como el camino para dicha realización.
Pedimos hoy a Dios por todas las madres y para que en nuestra sociedad no caigamos en los
desaguisados de una ideología de género que viene de la mano de un feminismo extremo y
desaforado que desacredita la maternidad.