Opinión

La persistente vigencia del Peronismo

Columna de opinión del doctor Marcelo Jerez.

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17-10-2019 07:26

En la mañana del 17 de octubre de 1945 una multitud de trabajadores abandonaba sus trabajos y se movilizaba a Plaza de Mayo para reclamar la libertad de Juan Domingo Perón, detención que había sido impulsada por un sector de las Fuerzas Armadas. A partir de dos años de intensa labor en la Secretaría de Trabajo y Previsión, materializando viejas demandas obreras y resaltando los valores de la “justicia social”, Perón era ya por mérito propio una figura popular. Con su liberación en la noche de aquella jornada, y la aclamación recibida por parte de una muchedumbre que lo esperaba afuera de la Casa de Gobierno, nacía uno de los movimientos políticos más importantes de la historia argentina: el peronismo.

Un elemento que contribuye a resaltar la relevancia del peronismo es sin dudas su notoria vigencia. En tal sentido, si bien su gobierno formó parte de aquellas experiencias populares, nacionalistas e intervencionistas que tuvieron lugar en América Latina en los años de 1930-1950 (como los de Lázaro Cárdenas en México o de Getulio Vargas en Brasil), en nuestro país -como quizás en ningún otro lado- su impronta se ha mantenido firme en el escenario político. Aunque no es el partido más antiguo (como la Unión Cívica Radical o el Partido Socialista), el peronismo se ha constituido ciertamente en la identidad política popular más persistente de la Argentina.

Sin dudas, una de las herramientas para entender mejor al peronismo lo constituye el análisis histórico. Luego de aquel 17 de octubre, Perón participaría en las elecciones presidenciales del año siguiente, de las cuales saldría triunfante. A lo largo de casi una década de gobierno (1946-1955) instauraría un Estado de carácter industrialista, benefactor, nacionalista y planificador. La distribución del ingreso nacional fomentada por esta administración mejoraría los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores de un modo significativo e inédito hasta entonces. Así, esta política económica proclive a garantizar el pleno empleo y la “justicia social”, se constituiría en una impronta del peronismo difícil de diluir a lo largo del tiempo.

Pero el peronismo muestra, como cualquier otro partido político, además de sus logros también sus contradicciones y tensiones internas. Pasar por alto esta realidad oculta no solo la heterogeneidad propia de su composición sino también la complejidad que tuvo (y tiene) esta experiencia política. Allí justamente reside uno de los lugares de mayor riqueza desde donde analizar al peronismo. Así, develar los contrastes y matices al interior de este gobierno nos permite una explicación más sugestiva que aquella imagen homogénea que tendió a brindar la historia tradicional. Precisamente, este modo de abordar a este gobierno se ha consolidado en el último tiempo en el mundo académico local y extranjero.

Ciertamente, dentro de los procesos históricos contemporáneos de América Latina, el peronismo es uno de los temas más estudiados por numerosos investigadores de las ciencias sociales en el mundo occidental. La Revolución Mexicana y la Revolución Cubana, tal vez pueden equiparar en lo cuantitativo aquel interés. Los aspectos analizados son diversos e involucran un abanico de análisis que recorren la esfera política, social, cultural y económica de aquella experiencia popular. Esta producción académica ha crecido de modo exponencial, en el país como en el extranjero, siendo actualmente casi imposible estar al tanto de todos los libros que se publican asiduamente.

En la actualidad, está claro como esta permanencia del peronismo trasciende el mundo académico, haciéndose patente también en el escenario político. Siendo gobierno u oposición, no ha abandonado su lugar preeminente dentro de la actualidad política argentina. Para sus críticos más acérrimos, como lo hacía la oposición en el pasado, tampoco ha dejado de ser señalado como aquel “hecho maldito”. Un caso representativo de ello sea, tal vez, la insistente asociación con la corrupción hacia todo aquello que esté vinculado a este gobierno popular. Con este criterio totalizador, se dejaron de lado o minimizaron valiosas políticas que produjeron notables avances, como en el campo de la salud, educación o ciencia y tecnología, y que hoy experimentan un claro retroceso.

A nivel local, hace cuatro años, el peronismo en Jujuy perdía la gobernación por primera vez en su historia, en elecciones libres y sin proscripciones, desde su surgimiento a mediados del siglo pasado. A escala nacional, esta misma derrota se sumaba solo a otras dos anteriores elecciones presidenciales (1983 y 1999). En vísperas de una nueva contienda electoral, y dentro de una alarmante crisis económica y social, nuevamente el peronismo vuelve a ocupar el centro de la escena política. No sólo el principal candidato a presidente de la oposición pertenece a este espacio político, sino que el Frente Cambiemos, contará en su fórmula asimismo con un viejo dirigente peronista.

Las razones de esta permanencia del peronismo sin dudas responden a varios factores, que en otro trabajo podríamos desmenuzar más detenidamente. Pero podemos aseverar por el momento, que uno de ellos reside en su capacidad de adecuación a los cambios de la sociedad y de sus nuevas demandas a lo largo del tiempo. Con todo, resulta evidente cómo, a 74 años de su nacimiento, el peronismo -pese a los múltiples cuestionamientos y vilipendios-, vuelve una vez más a exhibir una notable “persistente vigencia”

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