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Como regalo de boda, pidieron donaciones para combatir la desnutrición en Santiago del Estero

Sol y Beto se mudaron desde Río Cuarto para poner en práctica un sistema, que en poco tiempo, salvó la vida de muchos chicos y empoderó a sus mamás.

19-10-2019 12:55

Para su casamiento, Soledad Scheurer y Humberto Roccia, desafiaron a sus invitados con una propuesta: les pidieron que se convirtieran en padrinos de un plan que parecía imposible.

La pareja de riocuartenses, él contador y ella ingeniera agrónoma, quería mudarse al monte santiagueño para combatir la desnutrición infantil y necesitaba fondos para financiar el proyecto.

Tres años después, el imposible se transformó en un programa de abordaje integral de la desnutrición que llamó la atención del presidente Mauricio Macri y del gobernador Gerardo Zamora, pero lo más importante es que revirtió la condena al retraso de cientos de chicos de Weisburd, Quimilí, Campo Gallo y otros parajes de Santiago del Estero.

Misioneros en África

El origen de todo fue el deseo de convertirse en misioneros en África. "Queríamos irnos a ayudar allá, y para prepararnos, nos formamos en misionología. Como práctica, teníamos que viajar en enero un mes a alguna localidad y elegimos Weisburd, un pueblo en Santiago", recuerda Sol.

"Llevamos juegos y actividades didácticas, pero veíamos que los chicos no reaccionaban, no comprendían las consignas. Al principio pensamos que era nuestra culpa, pero después le preguntamos a gente de la comunidad -dice Sol-. Nos respondían que los chicos 'nacían así'. Es más, llegaban hasta segundo o tercer grado y después no podían seguir la escuela. 'Por suerte, tenemos ahora una escuela especial', se resignaban".

Para los lugareños, que sus chicos no aprendieran era natural, y aceptaban que no pudieran educarse ni alcanzar los niveles de respuesta de otros de su edad. Para Sol y Beto, sospechar que todo era consecuencia de la desnutrición fue un quiebre. Abandonaron la idea de irse del país y comprendieron que eran necesarios mucho más cerca.

Accedieron a un libro del médico Abel Albino sobre la desnutrición y lo consultaron. Él les confirmó que viajar un mes al año era insuficiente, que tenían que radicarse en el lugar si querían incidir sobre la realidad. Así fue como decidieron dedicarle la vida al proyecto y cuando se casaron, pidieron como regalo a sus parientes y amigos que se convirtieran en padrinos de la fundación "Dignamente" que habían formado. Necesitaban fondos para retribuir el esfuerzo del equipo interdisciplinario que ya trabajaba con ellos: médica, fonoaudióloga, nutricionista, especialistas en oficios, maestra jardinera, estimuladoras tempranas. El abordaje del problema tenía que ser integral o no ser.

Ya habían abierto un centro en Quimilí, donde tenían un acceso más directo a profesionales que no había en otras áreas. El obispado de Añatuya les cedió un caserón de la iglesia que había sido residencia de monjas. Lo mismo ocurrió en Weisburd y se replicó en cada una de las sedes que eligieron para desarrollar un centro.

Para ayudar a combatir la desnutrición en Santiago del Estero y convertirse en padrino o madrina

(0358) 154836802 (03582) 15407168 o dignamente.org

Fuente: TN

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