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Desigualdad de género: las jugadoras del fútbol argentino cobran menos de 40 mil pesos

Se les exige que entrenen y compitan como atletas de alto rendimiento, sin embargo en la gran mayoría de los casos la remuneración que perciben está lejos de alcanzar para todos sus gastos.

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30-06-2022 10:38

Ser jugadora de fútbol de primera división en la Argentina es una actividad que implica muchos esfuerzos y sacrificios. Sin embargo, las condiciones de trabajo y los salarios en la gran mayoría de los casos no se equiparan con ese empeño que se pone en la tarea. De hecho, la retribución generalmente no llega a cubrir una canasta básica.

En la Argentina, el fútbol femenino de primera división es semiprofesional desde marzo de 2019. Esto implica que, de acuerdo a las reglamentaciones vigentes, cada equipo debe tener al menos 12 jugadoras con contrato. Sin embargo, los montos salariales que se manejan son bajos y hay clubes grandes que pueden firmar vínculos con todas las jugadoras de su plantel, mientras que otros solo sostienen el mínimo requerido por AFA, profundizando así las brechas.

El contrato básico que tienen las jugadoras en los clubes argentinos de la máxima categoría es el mismo que perciben los varones en la Primera C (la cuarta división masculina). El salario es de 37.800 pesos brutos, es decir, poco más de 30 mil en mano (a la fecha, unos 130 dólares). En un país en el que la canasta básica total asciende a casi 99 mil pesos, según la última medición del Indec, está claro que el monto no alcanza para cubrir todos los gastos que una persona tiene en el mes.

Es cierto que hay clubes que pueden pagar cifras más elevadas, por encima del mínimo, y lo hacen para asegurarse a las mejores jugadoras y, en algunos casos, para evitar que se vayan al exterior. Además, hay unos pocos equipos que pagan premios por puntos conseguidos, partidos ganados o títulos alcanzados. Sin embargo, es un porcentaje muy minúsculo respecto del universo general.

Algo que valoran algunas de las jugadoras consultadas por TN es el hecho de que los clubes paguen en tiempo y forma, algo que no pasa en todas las instituciones. Cuando no se cumple con lo acordado, es otro factor que también conspira contra la economía de las atletas.En algunos equipos, incluso, en el inicio de la semiprofesionalización las jugadoras hacían un pozo común. ¿Qué implicaba? Se reunía el dinero de los contratos obligatorios estipulados en ese momento y luego ese monto se dividía en partes iguales entre todas las integrantes del plantel. De esa manera, cada una podía llevarse al menos una suerte de viático para sostener su práctica deportiva.

Ser jugadora de fútbol profesional y estar en el alto rendimiento implica cumplir con los entrenamientos diarios, alimentarse bien y descansar correctamente, entre otras cuestiones. La gran pregunta es cómo se puede sostener un nivel de competencia elevado cuando, además, hay que tener otro trabajo -muchas veces de tiempo completo- para subsistir.

Con nuestro sueldo no hay chance de vivir de esto. Muchas tenemos que trabajar y volver volando a los entrenamientos, no llegamos con los horarios, tenemos que acomodar un montón de cosas. Ojalá pudiésemos vivir de esto”, dijo a TN la jugadora de un equipo grande de la Argentina que tiene contrato y que cobra el mínimo de convenio.

Salario indirecto: viáticos, comidas, departamentos y becas

Actualmente, de acuerdo al Plan Estratégico 2021-2026 de AFA para el fútbol femenino, los clubes tienen que tener un mínimo de 12 jugadoras con contrato. A partir de 2023, deberán ser 15. Los planteles, desde ya, tienen un número mucho mayor de integrantes.

“La longitud de los contratos no es una cosa menor porque marca una cuestión de estabilidad. La inmensa mayoría de contratos en el fútbol femenino de la Argentina se hacen por un año y eso para personas adultas es como una espada de Damocles porque no permite tener estabilidad ni tranquilidad”, explicó Julián Scher, gerente deportivo del fútbol femenino de Racing, club que en los últimos tiempo tomó la decisión de firmar vínculos más extensos, tales son los casos de la defensora Luana Muñoz o de la delantera Rocío Bueno, ambas hasta diciembre de 2023.

Muchas futbolistas que no firman vínculos con las instituciones a las que representan perciben una suerte de viático que tiene un valor mucho menor al del salario de convenio pero que les permite solventar al menos los traslados y algo de la comida.

Otro punto que forma parte de las negociaciones entre las jugadoras y los clubes es el tema de la vivienda. La mayoría de las instituciones ofrecen departamentos compartidos para aquellas futbolistas que provienen de otras ciudades o países.

También existen otras formas de “salario indirecto” como el transporte diario hacia los entrenamientos o la provisión de viandas o alimentos. Además, hay equipos que ofrecen coberturas médicas con prepagas y becas estudiantiles para que las jugadoras puedan terminar o continuar sus estudios.

Las consecuencias de estas disparidades respecto del fútbol masculino

En su artículo titulado “Profesionalización del fútbol femenino en Argentina. Conquista de derechos e igualdad aparente” (publicado por el Instituto Gioja de la Facultad de Derecho de la UBA), la abogada feminista Melisa García sostiene que al cobrar lo mismo una jugadora de primera división que un jugador de Primera C “se instala de forma manifiesta y por escrito una desigualdad, de brecha salarial, y una descalificación a la jugadora profesional”.

“Pero ser profesionales les exige que rindan exactamente igual que un varón cis jugador de fútbol, a razón de horas de entrenamiento y partidos”, explica.

En diálogo con TN, García agregó: “La dedicación profesional que se requiere a la jugadora queda supeditada a que cobra como un varón de Primera C, eso quiere decir que necesariamente tiene que trabajar en otro tipo de actividad distinta a la deportiva para poder subsistir y sobrevivir. Hay una cuestión de dedicación e incluso de rendimiento que obviamente se va a ver afectada”.

Existe una idea errónea y muy extendida de que las jugadoras exigen cobrar lo mismo que sus colegas varones de primera división. Respecto de esta creencia, la fundadora de Abofem Argentina aclaró: “Para que el fútbol masculino tenga la llegada que tiene y para que ese jugador se convierta no solamente en ese talento sino en ese producto, hay una inversión económica de marcas deportivas y también todo tipo de visibilización dentro y fuera de la cancha. Eso no es lo que pasa con el femenino”.

“No vamos a poder comparar a ningún jugador del masculino de primera división con las jugadoras del femenino ya que de por sí tienen una diferencia salarial enorme, más allá del valor agregado de que cada jugador puede tener una renta diferente en base a acuerdos o negociaciones con su club. La realidad es que las jugadoras todavía están peleando por sus derechos básicos: muchas veces las condiciones en las que juegan o las que entrenan están muy por debajo de los que corresponde. Lo cierto es que hay mucho que se esconde todavía detrás de esa idea de que van a ser iguales una vez que generen lo mismo”, planteó García, dejando en claro que exigir a las mujeres futbolistas que tengan el mismo rendimiento que sus colegas varones suena utópico si se tiene en cuenta que las condiciones de trabajo aún están lejos de ser similares y que en el femenino hay muchos pasos por dar para mejorar la situación.

Fuente: Todo Noticias

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