Conmoción en el sur santafecino. Un anciano de 91 años fue rescatado el viernes pasado de un campo cercano a Venado Tuerto, donde desde hacía por lo menos 12 años vivía en condiciones de esclavitud. El establecimiento agropecuario se encuentra ubicado en las inmediaciones de la Ruta Nacional 8, a pocos kilómetros del cruce de esta con la Ruta Provincial 14.
Según informes, el hombre se encontraba en condiciones infrahumanas. Vivía en una casa con piso de tierra, paredes sin revocar y tenía un precario baño afuera sin las menores condiciones higiénicas indispensables para su uso habitual.
El anciano, que trabajaba doce horas continuas en la cría ovina y avícola y recibía una paga insignificante ($200), fue trasladado al hospital venadense donde fue sometido a diversos estudios y cuidados referidos a su salud.
ALLANAMIENTO
La instancia judicial se inició cuando el juez Federal de Rosario, Carlos Vera Barros, trasladó el oficio a principio al fiscal del Juzgado Federal de Venado Tuerto, Javier Matías Arzubi Calvo, quien ordenó el allanamiento por presunta trata de persona. Fue así que personal de la Unidad de Investigaciones y Procedimientos Judiciales de Venado Tuerto, de la Gendarmería Nacional y de la Agencia de Investigación sobre Trata de Personas de la PDI (Policía de Investigaciones), con la colaboración de la Dirección de Políticas para Adultos Mayores de la Municipalidad de Venado Tuerto, llegó hasta el establecimiento rural donde concretó el operativo de rescate.
En la denuncia se señaló que el acusado por trata, trasladaba al anciano -sólo identificado por las iniciales J.A.C.- a la ciudad una vez al mes con el fin de percibir su haber jubilatorio, que inmediatamente retenía.
El delegado Regional de Uatre Venado Tuerto, Juan Flaherty, confirmó que en forma conjunta con el Renatre (Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores) efectuaron la inspección en el establecimiento agropecuario y trasladaron la denuncia a la delegación local del Ministerio de Trabajo.
Por otra parte, el delegado de Uatre insistió con preservar los nombres del o las personas que explotaban al anciano hasta que la Justicia defina lo contrario. Ante una consulta, aclaró que en el establecimiento agropecuario vivía un hombre que habitaba otra casa pero que no podía precisar si era el propietario. Ese masculino fue identificado con las iniciales P.J.R.
Fuente: La Nación.
