Opinión

Amor de otoño

Por Candy Moreno

CANDY-MORENO
CANDY-MORENO

28-11-2021 19:14

A pesar de no mirar por la ventana de mi cuarto puedo percibir la desilusión de Irene (nombre que utilizo para proteger a la persona real que me confió su historia), con voz suave y tranquila cuenta que cada día renuncia a convivir con su amor.

Ellos se conocieron en una reunión, ya viudos los dos, desde el primer día surgió una relación muy profunda, “como si se hubieran conocido desde siempre” expresaba ella entre triste y resignada .La reciente pareja había acordado un compromiso y una ceremonia sencilla para compartir la vida cristalizando ese amor otoñal.

Tenían planes a presente y futuro, amanecer juntos, caminar de la mano, tomar mate por las mañanas, ir al cine, viajar a algún lugar desconocido y tantos otros proyectos que de solo pensar los hacía sonreír y les llenaba el alma de carcajadas y mágicos cascabeles.

Meses después decidieron compartir la alegría con sus hijos. Irene volvió feliz de su anuncio pero Enrique regresó con el peso de un rechazo que no entendía, sus hijos se oponían terminantemente a esa relación, inclusive en un último cruce de palabras entre la exasperación y la rabia, el hijo mayor le dijo que si continuaba con esa idea tonta de casarse no iba a ver más a sus nietos y como punto final un portazo que le congeló el alma a Enrique.

Enrique e Irene hicieron un acuerdo, seguir viviendo esa historia de amor a escondidas , claro tendrían que renunciar a innumerables posibilidades de demostrarse día a día lo mucho que se amaban pero a cambio Enrique podría seguir disfrutando del cariño de sus nietos y la indiferencia de su hijo.

Así pasó el tiempo, la pareja seguía con ese pacto de amor oculto, cada cual en su casa cumpliendo con su papel de abuelos y padres entre pequeñas fugas para mirarse y charlar rápidamente entre besos y abrazos.

A partir de esta breve historia pude mirar por la cerradura de la puerta el inmenso egoísmo que algunos hijos expresan a sus padres, muy lejano al amor y cuidado que dicen tener. También a través de relatos y diálogos sostenidos con adultos mayores pude comprender que el amor en esa etapa de su vida es más sereno y reflexivo, la mayoría coincide que con el paso de los años la expresión del amor cambia pero que esa necesidad de ilusión y ganas de enamorarse perduran a través del tiempo.

La historia de Irene y Enrique nos tendría que hacer reflexionar que como hijos debemos ser más empáticos entendiendo que el amor en pareja es una de las partes más importantes de la vida porque da compañía, ilusión y fuerza para seguir adelante, que en la mesa de la vida quedan las últimas cartas para repartir y que es nuestro deber apoyarlos en lo que emprendan porque ya no se trata de nosotros sino de sus últimos sueños.

Los acordes de un tango llegan desde la casa de Enrique impregnando mi alma de ternura por ese valiente hombre y esa generosa mujer que cotidianamente apuestan a vivir de a pedacitos su historia sin confrontar con el egoísmo de los hijos, apostando a la vida y al amor donde en el otoño de la existencia DOS se transforman en UNO.

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