Elisabeth Amat

Más fracasados por favor

"Todos sabemos que para llegar al éxito, aunque lo hayas escondido, en alguna ocasión te has caído" La columna de opinión de Elisabeth Amat

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08-04-2021 10:36

Con motivo del mes de la mujer, tuve la oportunidad de entrevistar, para el Consejo de la Microempresa, a varias emprendedoras jujeñas. Sus historias además de variopintas y, en muchos casos, asombrosas, tenían un elemento en común: el fracaso. Sí. Habían fallado. Tuvieron una idea que no resultó tan espectacular como creían o las circunstancias no dejaron que creciera como esperaban. Sin embargo, no se dejaron llevar por el desánimo y se reinventaron siendo hoy líderes en el empresariado argentino.

FRACASO. Una palabra tremendamente denostada en nuestra sociedad, asociada con incompetencia, dejadez, falta de compromiso o incluso deslealtad. Casi siempre, se vincula directamente a la persona que supuestamente lo causó, convirtiéndose en un estigma: el fracasado.

Y que irrisoria esta realidad, cuando en el fondo, todos sabemos que para llegar al éxito, aunque lo hayas escondido, en alguna ocasión te has caído. Las personas nos equivocamos todo el tiempo. El desafío está aprender de nuestros errores. Pero si sabemos la teoría... ¿por qué nos cuesta tanto decir que fracasamos, que nos hundimos? ¿Por qué queremos seguir perteneciendo como adolescentes a un sistema que sabemos que tiene muchas fallas, incluso es obsoleto? Si nos sabemos discrepantes, ¿por qué nos empeñamos en pisar las mismas huellas que el resto? No nos engañemos... de boca para fuera aplaudimos las diferencias pero después cuesta mucho asumirlas. Responsabilizarse de ellas y aprovecharlas para hacer algo que valga la pena.

Necesitamos por tanto entender que, en el mundo actual, lleno de incertidumbre y complejidad, el fracaso es un síntoma de que estamos saliendo de lo conocido, de nuestra famosa zona de confort y aventurándonos en el espacio de la innovación. Del experimento. De la creación.

Es decir, que los que fracasan, son aquellos que quieren huir de la caja cuadrada diseñada hace miles de años. Inquietos. Soñadores. Locos. Arriesgados que, sin importar las consecuencias económicas o sociales, se enamoraron de una idea, porque querían ampliar el horizonte. Ese horizonte que, por la ceguera de la rutina lo achicamos o le ponemos un muro que no nos deja ver más allá de nuestras narices.

Ojalá en Jujuy hayan más fracasados, de esos que quieren hacer de este lugar un rincón del planeta diferente. No importa si sus ideas no funcionan. Quiero llenarme de gente que se tropieza, no una, sino mil veces, pero que sean capaces de levantarse sin vergüenza y agarrar esas piedras del camino y construir verdaderas maravillas con ellas.

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