Germán Maccagno

El Dios de la vida y del amor humano

Importante documento de la Conferencia Episcopal Argentina.

PADRE-MACCAGNO-1
PADRE-MACCAGNO-1

26-09-2019 14:11

Este documento plantea los problemas que hoy tenemos con el tema de la ideología de género que está invadiendo nuestra sociedad.

Dicen los obispos: Nos preocupa cómo se incrementan las esclavitudes que claman a Dios: la violencia en todas sus formas; la trata de personas, la explotación de los débiles, los vulnerables y empobrecidos (especialmente niños, mujeres y ancianos);las prácticas abortivas y la anticoncepción; la degradación de los vínculos interpersonales y la violencia doméstica, especialmente sobre la mujer; las adicciones a las drogas y a la pornografía, la indiferencia, etc.

A esto se suma la desorientación antropológica, que tiende a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico - cultural, estructurándose como pensamiento único y clausurado a un diálogo abierto y plural y, por lo tanto, excluyendo el encuentro. Todas estas esclavitudes generan angustia, atentan contra la integridad de la vida de las personas, y obstaculizan la posibilidad de construir una convivencia humana en la que efectivamente haya lugar para todos y a todos se les reconozca su inviolable dignidad.

Se está imponiendo una mentalidad antivida y antifamilia que es preocupante. Esta ideología tiene raíces internacionales y responde a un pensamiento que se quiere imponer para frenar el crecimiento de la población mundial. Nosotros, como argentinos y como cristianos no podemos permitir que a nuestros niños y jóvenes les laven la cabeza imponiendo una mentalidad que afirma que cada uno puede elegir ser varón o mujer o... cualquier otro de los 112 géneros que reconoce la ONU.

ESTAMOS EN UN SERIO PELIGRO CULTURAL, DEL CUAL MUCHOS NI SE DAN CUENTA

Continúan los obispos: Estamos convencidos de que la propuesta cristiana tiene una palabra luminosa, liberadora y de esperanza para vivir con sentido, alegría y plenitud la vida y el amor humano. Para ello, necesitamos recrear permanentemente en nosotros la mirada de Dios sobre nuestra realidad. Esa es la mirada que acompaña nuestra reflexión, una mirada que anhela ver todo lo que nos sucede con los ojos y el corazón de Jesús. Por eso, lo primero que surge desde lo más íntimo del corazón creyente es alabar a Dios por todo lo que Él es y todo lo que hace. Pero, al mismo tiempo, ver desde Dios lo que nos pasa exige también discernir aquello que nos hace bien de aquello que nos daña.

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