Juan Jenefes

Una charla de café: igualdad de género en el acceso a cargos públicos

Por Juan Jenefes y Juliana Carbó.

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31-05-2021 07:49

Siendo el 2021 un año electoral, nos pareció interesante tratar el tema del derecho que tiene todo ser humano a participar activamente de la política. Esta participación, como ejercicio de derechos puede ser activa (ser candidato o candidata) o pasiva (votar) y son de los primeros en ser regulados y de los cuales depende la existencia de un Estado Democrático.

En la Constitución Nacional, los derechos políticos se encuentran contemplados en el art. 37, también están previstos en distintas declaraciones y tratados sobre derechos humanos como la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Convención Americana sobre Derechos Humanos... entre otros. Son derechos con mucho reconocimiento por la importancia e impacto que tienen en el mantenimiento de un Estado de Derecho.

Para que se garanticen a todos los ciudadanos, requiere que su ejercicio se de en igualdad de condiciones. Hoy vamos a centrarnos en su faz activa (ser candidato o candidata) y la igualdad en su acceso en relación al género, por lo que debemos preguntarnos, si ese derecho en nuestro país y en el resto del mundo ¿es igualitario para hombres y mujeres?

De los más de 200 países del mundo, solo 26 son dirigidos por primeras mandatarias mujeres.¿Qué nos dice ese dato? Podemos intuir fácilmente que el acceso a esos cargos públicos es desigual en términos de género, y no solo al cargo de primer mandatario o mandataria, a cualquier cargo público.

Actualmente, nuestro país no se queda atrás en términos de desigualdad. La Corte Suprema de Justicia de la Nación está conformada por 5 jueces de los cuales solo 1 es mujer (20%); el Ejecutivo está encabezado por un hombre y la Vicepresidencia es de una mujer, pero si vemos la distribución de los ministerios, de los 20 solo 3 están encabezados por mujeres (15%).

En el Congreso, la historia cambia. Al día de hoy, la Cámara de Diputados cuenta con un total de 257 miembros de los cuales 107 son mujeres (el 42%); y la Cámara de Senadores muestra una distribución similar (28 sobre 72 son mujeres -39%-).

¿Por qué decimos entonces que es distinto? Claramente, en el Poder Legislativo la presencia de mujeres es mucho mayor y ello se debe a la existencia de leyes de participación que establecen porcentajes mínimos para fomentar la presencia de mujeres en la toma de decisiones.Cuando no había ninguna ley de cupo femenino, la presencia era considerablemente menor. En los 90 se sancionó el cupo femenino para cargos legislativos y en 2017 se esto se modificó con la ley 27.412 que trajo la paridad, osea llevó de un 30% a un 50% de presencia femenina en las listas legislativas.

¿Qué pasó en lo social para que esto ocurra? Bueno, pasaba en gran parte que las mujeres no accedían a los cargos públicos, o las que accedían eran muy pocas. Y las leyes de cupo irrumpieron en el ámbito público para darles entrada a la participación política de manera contundente.

Llegamos así a la idea de igualdad. ¿Qué es esto? Según el artículo 16 de nuestra Constitución Nacional “Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que su idoneidad.” Este artículo, establece la igualdad formal, o sea la que surge de la ley y es fundamental en nuestro país.

El espíritu de la norma apunta a que no exista discriminación de personas en iguales circunstancias. Para esto se toman acciones para equiparar a las personas, mediante medidas de acción positiva que tienen una finalidad reparadora y buscan instalar un nuevo orden.

Las mujeres en el ordenamiento jurídico local e internacional, se encuentran amparadas por normas que buscan eliminar todaslas formas de discriminación frente a ellas.

En este sentido, las leyes de cupo primero y paridad después, han generado un avance formidable. Estas leyes son fundamentales, si queremos una igualdad real y deberían extenderse a todos los poderes y cargos del Estado.

A pesar de esto, cada vez que se estableció un cupo, que debía actuar como piso de participación femenina, este generaba los efectos de ser un techo. Hoy aplaudimos que se llegue a un 50% de presencia de mujeres en la paridad, pero hay un peligro en este tipo de normas:si la norma dice que en una lista solo puede haber 50% de mujeres, ella restringe una participación mayor de mujeres y establece así un techo que no es lo que una norma de acción positiva busca.

La idea detrás de estas medidas es que generen una ventaja durante un tiempo con el objetivo de que modifique una realidad de desigualdad por otra de igualdad.En este caso, buscan que algún día las mujeres participen de manera igual que los varones en las candidaturas. Los efectos entonces de estas normas deben verse como temporales y no perpetuos.

Desafían el tan famoso techo de cristal que implica que las mujeres llegan a ciertos cargos, pero no a los más poderosos o relevantes en la toma de decisiones porque ese techo las limita y frena. Este freno se desafía y cedeen parte con las prácticas el cupo, pero solo si es un piso, si es un techo solo lo moverá un poco más arriba.

La presencia de estas normas también genera ciertos resquemores en la sociedad. Suelen escucharse prejuicios que dicen que hay pocas mujeres formadas o capaces para hacer política, lo que se vincula con la idoneidad para los cargos públicos.

La idoneidad -tan indefinida e imprecisa- es una lupa que busca todas las “falencias” sin ver las potencialidades de las mujeres y no ocurre lo mismo con muchos hombres que han integrado los distintos poderes del Estado. Bajo esta idea, hay discriminación y con esto no buscamos decir que solo por ser mujer hay que ocupar un lugar político, sino que debemos entender y prevenir que los prejuicios frustren una construcción política más igual.

La participación por sí misma no es suficiente, las mujeres deben ser parte de las decisiones dentro de los partidos y en las legislaturas, deben compartir el poder que no es más que una delegación de la sociedad hacia quienes hacen política y toman decisiones.

Como dijo una vez Ruth Bader Ginsburg “Las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones. ¡No debería ser que las mujeres sean la excepción!”.

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