Por Candy Moreno
Madrugada de lluvia en nuestra Tacita de Plata. Autos y colectivos comienzan a circular. Las personas caminan apuradas rumbo a sus destinos, llámese trabajo, hospital, clínicas o bancos donde realizan cotidianamente sus trámites.
En las esquinas se los puede observar a ellos simpáticos, cordiales, de diferentes edades, con voces seguras y potentes promocionando su mercancía con las últimas noticias. Nos referimos a “Los Canillitas”, trabajadores incansables que forman parte de nuestro paisaje cotidiano.
Los Canillitas caminan por las calles e ingresan a los hospitales, clínicas, bancos y otros sitios donde la gente no tiene más remedio que esperar y el periódico de papel se transforma en una muy buena compañía.
Capaz que usted diga desde la actualidad que la gente está más con los celulares que con un diario. Es cierto, no se equivoca. Pero un canillita me contó entre sonrisas que el periódico papel tiene además otras innumerables funciones. Puede transformarse en un abanico en un día de calor, una sombrilla a pleno sol, sirve para encender fuego para un asado familiar, un barrilete en el mes de agosto y tantas otras utilidades. Pero esa es otra cuestión.
Cada año en la Argentina, desde 1947, todos los 7 de noviembre festejamos el Día del Canillita en homenaje a Florencio Sánchez, dramaturgo, que escribió su primera obra teatral donde el personaje principal fue un niño vendedor de diarios.
Cuando todavía le faltaba el título a la obra, lo conmovió uno de los vendedores de piernitas muy delgadas y espontáneamente le surgió la palabra “Canillita” y así denominó a su obra que, cabe destacar fue un éxito rotundo.
Hay otra interesante versión sobre el término. En el año 1957, en una carta de lectores en el diario la Nación, un señor uruguayo, antiguo distribuidor de diarios, se consideraba el creador del término. Recordaba que a fines del siglo XIX tenía un chico vendedor, hijo de una tal María Canilla. Cuando en una ocasión quiso llamarlo desde cierta distancia y sin conocer su nombre, gritó “¡canillita!”. Desde ese momento se corrió la voz para todos los muchachos diarieros.
Lo cierto es que cualquiera sea el origen del nombre o la historia de los vendedores de periódicos, queremos hacerle un homenaje a esos hombres y mujeres que dejaron su vida en las calles de nuestra tierra, siendo los que llevan y llevarán la actualidad a las manos de la gente que todavía elige informarse de esa manera tan sencilla como cotidiana. Y reconocer a estos trabajadores que se encargan de vender y distribuir diarios y revistas. Los anónimos canillitas que entregan sus voces cada día de cada año en nuestra bendita tierra jujeña.
¡Diariooooo!... ¡Diariooooo!...- ¿Quiere el diario señor?...
¡Feliz día Queridos Canillitas!
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