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Cada vez menos gente va a los boliches de música tropical

En época de crisis, el consumo cultural es uno de los primeros ítems que se recortan.

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11-05-2018 12:48

Un indicador aportado por una encuesta del Ministerio de Cultura de la Nación, señala que, en términos generales, la asistencia a recitales disminuyó considerablemente en los últimos años.

En 2013, por ejemplo, un 34% de la población había asistido a algún espectáculo de música en vivo durante el año, mientras que en 2017 esa proporción fue del 22 por ciento. Entre las personas que dejaron de asistir a esos eventos, siete de cada diez pertenecen a sectores socioeconómicos medios y bajos.

Los "bailes" de música tropical, al tope de las preferencias de las clases populares, sufren la sangría de público, obligando a productores y artistas a pergeñar estrategias de supervivencia.

Una realidad distinta a la promocionada "experiencia" de los festivales internacionales estilo Lollapaloza, con entradas que cuestan el equivalente a un salario mínimo y bancos como sponsors.

"Como en cualquier crisis, donde primero va a repercutir es en la clase baja, que es de la que se nutre el ambiente de la música tropical. No se puede dejar de pagar los impuestos, no se puede dejar de comprar comida, entonces lo que queda es recortar la diversión. Ya nadie va a bailar todos los fines de semana. Con suerte, en el mes se va dos veces", cuenta Pablo Serantoni, productor artístico de Pasión de Sábado, bastión histórico de la "movida".

En las provincias, el panorama no es mejor. Lo que antes era una manera de "oxigenar" a los grupos -después de Cromañón, los lugares para tocar en Capital y Gran Buenos Aires se redujeron drásticamente- ya no funciona, y los gastos de traslados -nafta, peajes, seguros de las combis- desalientan las contrataciones.

"Los artistas tropicales que quedan son sobrevivientes porque la gente no tiene una moneda, no va a los bailes y entonces los espacios de trabajo se van cerrando. Es un efecto dominó que arrasa con todo el negocio”, remarca Serantoni.

Fuente: Tiempo Argentino

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