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Una abuela de 84 años duerme en un hospital porque su hija la echó de su casa

En Buenos Aires, la abuela tiene a dónde ir desde hace 4 años y aunque le pidió que cambie de actitud, le cerró la puerta en la cara.

27-07-2019 12:28

Emma Grimoldi, una abuela de 84 años, vive en las inmediaciones del Hospital Paroissien, en Isidro Casanova, Buenos Aires. Su hija mayor la echó de su casa hace 4 años y no tuvo otra alternativa que dormir en la calle.

Eligió ese lugar porque su hija menor está internada en dicho centro de salud, sufre severas convulsiones y una insuficiencia pulmonar. Ahora, está a la espera del traslado a otro hospital ya que su cuadro requiere de asistencia en un lugar de mayor complejidad.

"Un día la abuela volvía del hospital y vio que su ropa estaba en bolsas apiladas en la calle. Cuando intentó abrir la puerta con su llave, le habían cambiado la cerradura", contó María a Crónica, una mujer que asiste al hospital porque su mamá comparte habitación con la hija.

Y siguió: "En una de las charlas me contó lo que le pasó (...) El otro día, de tanto dormir sentada, tenía las piernas como macetas bordó y súper hinchadas. Ella está todo el tiempo nerviosa y enojada con la vida con lo que le sucede".

Su hija mayor la echó de su casa porque quería vivir tranquila con su marido, pero Emma quiere recuperar la casa para cuando su otra hija se recupere. "Como toda mujer de 84 años, pasa frío, duerme en un hospital, lo que a su edad es gravísimo por las enfermedades que la rodean", relató María.

La abuela tiene todos los papales que comprueban que es dueña de la casa y ya radicó la denuncia en el Juzgado de Familia N° 8 de Morón, pero hasta el momento no obtuvo respuestas satisfactorias. Por esta razón, no le queda otra que dormir en el acceso principal del hospital.

La inminencia del traslado de su hija profundiza aún más la incertidumbre de Emma y su estado de desamparo, al no contar con un techo bajo el que dormir y permanecer a resguardo de las bajas temperaturas.

Hace pocas semanas, volvió a la casa de la calle Somellera al 900, en Castelar, para que su hija cambie de opinión y la deje volver. Sin embargo, nada de ello sucedió y le cerró la puerta en la cara.

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