Salud

Obesidad con desnutrición, una paradoja actual

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños menores de 5 años con sobrepeso en el mundo aumentaron de 32 millones en 1990 a 42 millones en 2013.

13-08-2018 11:04

De mantenerse la tendencia, los niños con sobrepeso llegarían a 70 millones para 2025. Por su parte, los adolescentes obesos pasaron de 11 millones en 1975 a 125 millones en 2016 y se estima en más de 200 millones los niños y adolescentes obesos para 2022. En los últimos 40 años, la obesidad en varones se triplicó y en mujeres aumentó más del doble, hasta llegar a 640 millones de obesos en el planeta.

La suba de peso fue asociado con la urbanización, la reducción de actividad física y los cambios de la cultura alimenticia. Pero, según William Dietz -pediatra de la George Washington University-, “la globalización de las dietas empobrecidas y la poca actividad física son sólo una parte del problema, ya que los cambios alimentarios y el sedentarismo no se pueden atribuir a demandas orgánicas”.

También importan los inductores del comportamiento que modelan las conductas dietéticas, el mayor acceso a alimentos procesados, la sobrecarga publicitaria, la presión de las firmas alimentarias y la falta de políticas públicas para controlar la calidad de lo que se consume.

En Córdoba y en el país se conoce que, en los últimos siete años, la proporción de niños menores de 6 años con obesidad subió al 12 por ciento y a más del 30 por ciento los infantes con sobrepeso, y se registra sólo el 0,3 por ciento de peso bajo en niños en situación de vulnerabilidad. El aumento de obesidad con desnutrición oculta se expresa como niños obesos y bajos.Aunque no son muy conocidos los factores que asocian la malnutrición con la obesidad en el mismo grupo humano, sin duda la saturación del mercado con sustitutos de leche materna, gaseosas y productos lácteos con sólo una fracción de leche verdadera forma parte de las propuestas poco saludables. También la “comida chatarra” con exceso de calorías y pocos micronutrientes (vitaminas y minerales) y los complementos nutricionales innecesarios.

NO SÓLO UN PROBLEMA ESTÉTICO

Las harinas, las grasas y los azúcares son baratos y llenan panzas, mientras que el sobrepeso no suele ser considerado un problema, ya que el preconcepto social juzga al chico gordito como sano. Y -a diferencia del peso bajo, cuyo control es más urgente en el pensamiento colectivo-, el tratamiento de la obesidad se percibe como menos crítica. El problema no es la estética, sino el daño de la salud que, como toda patología crónica no transmisible, altera la calidad vida y produce mayores gastos futuros y evitables en salud pública.

Las dificultades para implementar los cambios necesarios exceden al individuo y se extienden al comportamiento social, que debe competir con la publicidad engañosa y con los intereses de corporaciones alimentarias. La reciente ordenanza que retira de la mesa el azúcar en los bares de Córdoba mostró la necesidad de poner estos temas en la agenda pública de discusión política, revelando que la obesidad debe encararse como política de Estado con toda la sociedad comprometida.

Los cambios de conducta necesarios para una adecuada nutrición se basan en tres pilares: mejorar hábitos alimentarios, fomentar la actividad física y estimular la autoestima social, lo cual no es sencillo, pero puede lograrse con políticas públicas de protección y con la ciudadanía involucrada.

En el aumento de obesidad infantil y adolescente provocado por cambios socioeconómicos, culturales y familiares asociados al sedentarismo, la urbanización y la hiperpublicidad de los alimentos basados en grasas y azúcares, también debe considerarse el tiempo frente al televisor, a la computadora o al smartphone. En esta verdadera epidemia global, persiste la noción equivocada de que obesidad indica opulencia, pero con frecuencia se acompaña con malnutrición en la misma familia, región y estrato social, con consecuencias graves para la comunidad.

COMPLICACIONES FUTURAS DEL NIÑO OBESO

Dislipemia, hipertensión arterial, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, apneas del sueño, enfermedad hepática grasa y consecuencias psicosociales engrosan las complicaciones futuras de un niño con obesidad o sobrepeso.

La infancia es una etapa clave para instalar hábitos que previenen este problema, como la actividad física programada y la alimentación saludable.

Fuente: La Voz del Interior

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