Germán Maccagno

Una nueva grieta

El Obispo de San Justo se preguntó: ¿nos hacía falta?

21-06-2018 23:10

La respuesta del Martín Fierro es clara: cuando los hermanos se dividen los devoran los de fuera.

Frente al tema del aborto se ha producido una nueva grieta en la Argentina, una grieta innecesaria, una grieta que no se resolverá fácilmente, porque es como discutir si la tierra es redonda cuando las ideologías nos quieren hacer creer que es todavía plana.

Discutir si hay vida humana en el embrión es una cuestión que la ciencia ya ha definido hace rato.

Pero los intereses de las ideologías disparan sobre lo obvio y nos quieren hacer creer que lo blanco es negro y lo negro es blanco.

Detrás del tema del aborto hay un gran negocio que los impulsores de la iniciativa no quieren ver o no ven directamente.

Muchos de ellos hablan de libertad y de independencia y no se dan cuenta de que caen en la más terrible de las esclavitudes, que es la esclavitud del error y de la mentira.

Y es curioso también que los que protestan contra los imperialismos caen sin darse cuenta en uno de los paradigmas de esos imperialismos y que es programar la población de los países emergentes. Los ricos no quieren más pobres y la idea de Rockefeller sigue vigente.

Muchos medios nacionales quieren hacer creer a la población que la despenalización del aborto es una cuestión de “avanzada” y que debemos ser como los países del primer mundo.

Y la verdad es que los países del primer mundo están hablando del invierno demográfico porque no tienen gente para reponer. La tasa de nacimientos no alcanza para que los españoles repongan españoles, los alemanes, alemanes y así podríamos hacer un repaso por las distintas naciones.

En Islandia, país que enfrentamos en el mundial, no hay niños down, porque los abortan apenas hacen el diagnóstico prenatal.

¿Eso queremos para la Argentina? ¡Ojalá que nuestra bandera no se tiña con sangre inocente!

Ahora critican al Papa y lo tratan de fundamentalista cuando antes lo trataban de “revolucionario” porque llamó a las cosas por su nombre.

El Papa ha dicho claramente que matar niños por el aborto es como un nuevo genocidio. Y es absolutamente cierto.

Nos quejamos de los desaparecidos de Argentina, y está bien, pero no vemos los que desaparecen hoy por el aborto; todo lo contrario, queremos expresar por medio de una ley que hacerlo no está mal.

Nos duele que haya diputados y senadores, que nos representan, que sean cómplices de la muerte de inocentes.

Nos duele que haya jujeñas que no se acuerdan de que son madres y de que llevaron la vida en su seno...y peor aún que se llamen católicas.

Esperamos que los senadores estén a la altura de las circunstancias y que no levanten la mano por intereses y no se den vuelta como panqueques como vimos en la votación de diputados.

La palabra “senadores” viene del latín “senior” y constituyen ese grupo formado por “gente mayor (senior)” que deben tener la madurez y la inteligencia como para saber discernir lo que es mejor para la patria.

El senado romano, antecesor de nuestra “cámara de senadores” era un lugar en donde los “ancianos” del pueblo, los “sabios” del pueblo deliberaban para el bien de mismo pueblo.

¿Acontecerá eso con nuestros senadores? O por el contrario veremos de nuevo el espectáculo del aprovechamiento “político” y electoralista de la “onda verde”?

Es curioso que alguien que antes no dejó tratar el tema ahora se manifieste a favor.

Es curioso que el que vetó el asunto de la tarifas ahora no quiera vetar una ley perversa y homicida.

Es curioso que los partidos mayoritarios no hayan dicho a sus votantes que tenían la intención de legislar sobre el aborto. No decirlo antes de que se emita el voto es una estafa.

Es curioso que al mismo tiempo que recibimos ayuda del FMI se instale el tema del aborto como ley.

Esperemos que impere la racionalidad serena y juiciosa y no la ligereza del que resuelve a instancias de impulsos populares.

Cuando no hay razones, hay gritos, insultos y descalificación.

Cuando hay razones, el razonamiento es sereno y la resolución equilibrada.

Dios y la patria se lo demandarán.

Y ojalá que no se tengan que arrepentir el día del juicio definitivo de Dios.

Temas relacionados Germán Maccagno Opinión