Germán Maccagno

¿Manifestaciones o provocaciones?

En estos días estamos asistiendo a una especie de avalancha de manifestaciones a favor y en contra del ya conocido proyecto de ley.

23-07-2018 15:05

Es bueno y legítimo manifestar la propia opinión. Pero hay manifestaciones que parecen más bien provocaciones.

Hemos visto fotos de lo que han hecho en Santa Fe. También hemos visto fotos de un muñeco que en San Salvador de Jujuy ilustraba el reclamo de un grupo .

Para decirlo de manera educada, nos parecieron muy poco decentes, por no decir simplemente provocativas.

Cuando uno manifiesta su opinión tiene que fundamentarla.

La opinión por sí misma no es argumento, es exposición de un pensamiento.

Pero todo pensamiento sólido no se basa en sentimientos más o menos legítimos, sino en razones que avalan lo que uno propone.

Lo cierto es que cuando no asisten razones se utiliza el grito, la provocación, el insulto, las manifestaciones provocativas.

Y en esas manifestaciones provocativas se ofenden sentimientos ajenos.

Si en vez de abrazar la estatua del Papa Francisco hubiesen usado algún signo religioso de los judíos o de los musulmanes, que también se han manifestado a favor de la vida, ¿qué hubiese pasado?

La ofensa gratuita nunca es signo de buen espíritu, sino de corazón por lo menos desorientado y llevado por sentimientos agresivos.

El despropósito de algunas imágenes que se viralizan sólo manifiestan que hay grupos intolerantes.

Es curioso que aquellos que defienden la libertad de pensamiento o de opinión descalifican y ofenden a aquellos que no piensan de la misma manera.

En esta catarata de manifestaciones que se presenta como que irá creciendo en estos días, tenemos que aprender el camino del respeto.

Que cada uno exprese sus opiniones, pero con fundamentos razonables que ameriten lo que se dice.

El “me parece” no es argumento. El “así lo siento”, tampoco es argumento.

Lo razonable se apoya en razones de peso, en argumentos serios y fundados, en un razonamiento filosófico que muestre la universalidad de la afirmación que se pretende defender.

De otra forma se cae en el relativismo más feroz que trastoca el orden y da lugar a que cada uno diga y haga lo que quiera sin fundamentar para nada sus posiciones.

Es hora de que en la Argentina prime el sentido común, que lamentablemente es el menos común de los sentidos.

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