Germán Maccagno

Un encuentro silenciado pero no silencioso

El pasado fin de semana largo se realizó en Rosario de Santa Fe el II Encuentro Nacional de juventud. Fue un encuentro en donde participaron más de 15000 jóvenes católicos de todo el país.

31-05-2018 23:48

El Papa Francisco les mandó un mensaje de 15 minutos con tres consignas : presencia, comunión y misión. Los exhortó a ser protagonistas de la historia, a no quedarse mirando sino a participar como Iglesia en la transformación del mundo y de la historia. Puso el énfasis en que la transformación la hacen los pueblos y no cada uno por su cuenta.

Lamentablemente los medios de comunicación no le dieron a este encuentro la importancia que tuvo y que tiene para el futuro de la Iglesia y de la patria.

Además, como suele pasar de un tiempo a esta parte, politizaron el mensaje del Papa e hicieron una lectura sesgada aprovechando alguna frase del Santo Padre y sacándola de contexto para decir que el Papa se refería al presidente en tal y tal expresión.Es lo propio de un periodismo que lee la realidad desde la ideología y no desde la objetividad de las cosas y los mensajes.

Lo cierto es que los jóvenes que participaron de este encuentro nacional volvieron a sus diócesis cargados de entusiasmo y de ideales, comprometidos a ser en el país una fuerza transformadora de la realidad. El Papa ha convocado un sínodo sobre la juventud y quiere escuchar a los jóvenes y ya lo está haciendo. No podemos menospreciar las opiniones y las reflexiones de los jóvenes. Tenemos que estar cerca de ellos para escucharlos, comprenderlos, orientarlos y animarlos.

Es fácil generalizar y decir “la juventud está perdida”. Es mucho más difícil decir: nos hacemos responsables como adultos de no haberle dado a los jóvenes suficientes ejemplos de vida y nos proponemos ayudarlos a ser artífices de otra historia, de otra Argentina, de otra Iglesia.

Es fundamental que los padres de familia escuchen a sus hijos jóvenes, que los orienten en la vivencia de los valores y los ayuden a concretar sus sueños. Es importante que la clase dirigente le dé a los jóvenes razones para la esperanza, siendo responsables de su tarea y de sus obligaciones dirigenciales.

Es indispensable que los pastores en la Iglesia sepan “conectar” con los jóvenes y anunciarles con fuerza renovada el Evangelio de Jesús. No menospreciemos el valor de la juventud y sepamos brindarles lo que ellos necesitan: ejemplos de vida , de transparencia, de honestidad, de vida entregada al servicio de los demás.

Sin adultos responsables no tendremos jóvenes que puedan orientar su vida mirando a los mayores. Que este encuentro silenciado no quede allí, sino que sepamos escuchar las voces de los jóvenes que nos desafían .

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