El Papa Francisco les mandó un mensaje de 15 minutos con tres consignas : presencia, comunión y misión. Los exhortó a ser protagonistas de la historia, a no quedarse mirando sino a participar como Iglesia en la transformación del mundo y de la historia. Puso el énfasis en que la transformación la hacen los pueblos y no cada uno por su cuenta.
Lamentablemente los medios de comunicación no le dieron a este encuentro la importancia que tuvo y que tiene para el futuro de la Iglesia y de la patria.
Además, como suele pasar de un tiempo a esta parte, politizaron el mensaje del Papa e hicieron una lectura sesgada aprovechando alguna frase del Santo Padre y sacándola de contexto para decir que el Papa se refería al presidente en tal y tal expresión.Es lo propio de un periodismo que lee la realidad desde la ideología y no desde la objetividad de las cosas y los mensajes.
Lo cierto es que los jóvenes que participaron de este encuentro nacional volvieron a sus diócesis cargados de entusiasmo y de ideales, comprometidos a ser en el país una fuerza transformadora de la realidad. El Papa ha convocado un sínodo sobre la juventud y quiere escuchar a los jóvenes y ya lo está haciendo. No podemos menospreciar las opiniones y las reflexiones de los jóvenes. Tenemos que estar cerca de ellos para escucharlos, comprenderlos, orientarlos y animarlos.
Es fácil generalizar y decir “la juventud está perdida”. Es mucho más difícil decir: nos hacemos responsables como adultos de no haberle dado a los jóvenes suficientes ejemplos de vida y nos proponemos ayudarlos a ser artífices de otra historia, de otra Argentina, de otra Iglesia.
Es fundamental que los padres de familia escuchen a sus hijos jóvenes, que los orienten en la vivencia de los valores y los ayuden a concretar sus sueños. Es importante que la clase dirigente le dé a los jóvenes razones para la esperanza, siendo responsables de su tarea y de sus obligaciones dirigenciales.
Es indispensable que los pastores en la Iglesia sepan “conectar” con los jóvenes y anunciarles con fuerza renovada el Evangelio de Jesús. No menospreciemos el valor de la juventud y sepamos brindarles lo que ellos necesitan: ejemplos de vida , de transparencia, de honestidad, de vida entregada al servicio de los demás.
Sin adultos responsables no tendremos jóvenes que puedan orientar su vida mirando a los mayores. Que este encuentro silenciado no quede allí, sino que sepamos escuchar las voces de los jóvenes que nos desafían .