Nacionales

Ambos lucharon contra el cáncer y se convirtieron en un matrimonio aventurero

Al escuchar el diagnóstico de su marido, Agustín, Blanca quedó petrificada. Cáncer, dijeron, y así, en un segundo y con esa simple palabra, el año 2009 marcó el comienzo de una nueva historia.

24fb7b7ee1be4802425fa21400981534_XL
24fb7b7ee1be4802425fa21400981534_XL

21-07-2018 15:10

La primera reacción en su entorno íntimo fue de desesperación. Luego, decidieron que era tiempo de abandonar el llanto y acompañar a Agustín con entereza. "No es el camino", se dijeron mirándose a los ojos, "Con esta actitud lo estamos dejando solo". Y así, con un optimismo renovado, afrontaron juntos el desafío de ganar aquella batalla.

Agustín tenía un tumor en el riñón derecho que le extirparon exitosamente. "A los 15 días le festejamos un cumpleaños inolvidable", recuerda Blanca, "Después del tratamiento todo parecía marchar de maravillas y nuestra vida regresó a una cierta normalidad".

El año 2010 llegó calmo y, sin embargo, Blanca sentía que algo en ella no estaba bien. Siguiendo aquel instinto, concurrió al ginecólogo, quien le dijo que sus estudios arrojaban resultados normales y que, seguramente, su malestar proviniera del susto que le había provocado el cáncer de su esposo. No conforme con aquellas conclusiones, Blanca decidió cambiar de médico y, para octubre, encontraron que tenía un tumor en el endometrio.

"Cuando tuve el diagnóstico en mis manos, sentí que la tierra se había abierto bajo mis pies", revela, "Quedé suspendida y lloré. Luego llamé a mi hija y le conté. Del otro lado hubo silencio por varios segundos, hasta que me dijo: mami, vas a poder con esta historia. De igual manera reaccionaron mi hijo y mi nuera. Mi marido, que tampoco tenía dudas de que podía dar pelea, estaba totalmente confundido con todo esto que nos estaba sucediendo a ambos".

Los tres hermanos de Blanca, que vivían lejos, viajaron para la operación, una actitud que la emocionó y la fortaleció profundamente. El procedimiento había salido bien, pero aquella efímera alegría se extinguió unos meses más tarde, cuando a su marido le encontraron metástasis en su pulmón, lo que les provocó una gran decepción y nuevas amarguras. "Entonces sí tuve temor a que muera", revela Blanca.

Los años pasaron con dificultad y altibajos. Días de cirugías, quimioterapias, pastillas y permanentes cambios de medicación. " Y para mi sorpresa, el año 2016 me esperó a mí con tres tumores en la mama derecha, más cirugías, rayos y quimio", explica Blanca conmovida, "Hasta el día de hoy sigo con ese tratamiento".

El panorama era desolador y la tormenta parecía no querer calmar. Y mientras ella batallaba con todo el coraje posible, al amor de su vida, a su querido Agustín, que apenas sí se estaba recuperando de las metástasis en el pulmón, le detectaron nuevos nódulos en el riñón. Entonces devino el caos, más intervenciones, nuevos temores y más quimioterapias.

De pronto, el miedo a morir se había apoderado de ambos. Y, sin embargo, algo increíble sucedió en sus vidas.

VENCER LOS MIEDOS

"Con mi marido siempre nos amamos mucho", cuenta Blanca emocionada, "De pronto, nos dimos cuenta de que nos había tocado enfrentar juntos esta enfermedad y que el desafío nos había unido más aún. Entendimos que cada día de la vida debíamos luchar juntos por mirar al cáncer a los ojos sin miedo y darle batalla. Y en esta travesía, en este reto inexplicable, un día nos levantamos cambiados, sintiendo que habíamos crecido en todos los sentidos de la palabra. Sucedió que, en un acuerdo de amor, juntos modificamos muchas cosas, hábitos y actitudes ante la vida. Hemos aprendido a disfrutar de cada día como si fuera el último, a no anteponer el valor de lo material y a salir a ver el mundo como jamás lo habíamos hecho".

Con esta revelación, Agustín y Blanca decidieron que era tiempo de vencer sus miedos a los aviones y animarse a recorrer los maravillosos rincones de esta Tierra. Su primer viaje fue a Lourdes, Francia; a partir de esa experiencia inolvidable, no pararon. Desde entonces, entre tratamientos y cada vez que su físico se los ha permitido, se subieron a barcos, se adentraron en mares, bucearon, escalaron pirámides y aprendieron a gozar al extremo de un simple paseo bajo la lluvia. "Hoy, con 63 y 66 años nos hemos vuelto dos auténticos aventureros y nos divertimos mucho", afirma Blanca con una sonrisa, "Hemos viajado tanto como nunca imaginé. Allí, en otros lugares, nos confundimos con la gente que no sabe de lo nuestro y la pasamos increíblemente bien".

Fuente: La Nacion

Temas relacionados Nacionales Principal