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JUICIO

Habló Pablo Ventura: "Espero que después de declarar todo esto se termine de una vez"

A horas de intervenir en el juicio a los rugbiers en calidad de testigo, el remero reflexionó en diálogo con Infobae sobre lo que significó estar encerrado sin saber por qué

pablo ventura
pablo ventura

Somos Jujuy por Somos Jujuy | 04-01-2023 09:23

El 18 de enero de 2020, a horas del crimen, Pablo Ventura, un remero de Zárate, fue señalado por varios de los ocho rugbiers acusados de matar a Báez Sosa como presunto autor del hecho.

Tras la acusación, mientras Pablo dormía la siesta, la Policía Bonaerense tocó la puerta de la casa de Ventura en Zárate y se lo llevó esposado ante la mirada atónita de su papá, José María. Desesperado, el hombre corrió detrás del móvil policial en su auto, un Peugeot 208 blanco. Cuatro días más tarde, Pablo era liberado por falta de pruebas, sobreseído definitivamente.

Hoy, casi tres años más tarde, Ventura padre e hijo volvieron a subir al Peugeot para viajar juntos a la ciudad de Dolores. Ambos fueron convocados como testigos para el juicio a los rugbiers que transcurre, desde este lunes, en el Tribunal Oral Criminal N°1 de dicha ciudad. Pablo fue requerido por la fiscalía y por la querella. A su papá, en cambio, lo convocó la defensa de los acusados.

Pablo dice que quedó “impresionado” al recibir la citación para declarar en el juicio. Sintió que el caso por el que pasó cuatro días encerrado en un calabozo en Villa Gesell volvía a arrastrarlo. “Lo primero que pensé fue: '¿Qué voy a declarar si nunca tuve nada que ver?'. Además, es volver a exponerme... Pero confío en que después de esto todo se termine de una vez”, asegura a Infobae a horas de su testimonio.

Tras recuperar la libertad el 21 de enero de 2020, Pablo perdió el anonimato. La gente le pedía selfies en la calle, le preguntaban cómo estaba e incluso se acercaban a saludarlo. “No podía salir de casa. Me sentía observado, no es que me miraban mal, pero me miraban”, recuerda y dice que en algún momento pensó en dejar Zárate e instalarse en Capital Federal. En ese sentido, la pandemia ayudó a aplacar la situación.

Hoy Pablo tiene 24 años, estudia la carrera de Farmacología y cambió el remo por el gimnasio. Ahora, afirma, su vida “volvió a ser normal”, pero no olvida los días posteriores al crimen de Báez Sosa: “Hubo un antes y un después de lo que me pasó”.

El lunes 2 de enero de este año, el joven de Zárate finalmente vio por televisión a los ocho imputados, oriundos de su misma ciudad, sentados frente al Tribunal. “La verdad que no fue muy lindo. Alguno de ellos me inculpó falsamente. Todavía no puedo creer que al día de hoy nadie sepa quien dio mi nombre”, dice. Y agrega: “Pienso en esos cuatro días que estuve encerrado y 'me da cosa'. Es una situación horrible que no se la deseo a nadie”.

El año pasado, cuando se cumplió el segundo aniversario de la muerte de Fernando Báez Sosa, Pablo Ventura veraneó en Villa Gesell. Si bien quiso acercarse a la puerta del boliche Le Brique, donde Silvino Báez y Graciela Sosa -los padres de Fernando- encabezaban un acto, no le pareció prudente. Un día después pactó un encuentro con ellos en la playa.

“Tenía ganas de hablar con ellos. Siempre me quedé con las ganas de decirles que sentía mucho lo de Fernando, porque su hijo tenía casi la misma edad que yo y salió divertirse con amigos. Fue un momento muy duro, pero después de eso me sentí mucho mejor”, relata. Luego, se despidió, camino a Dolores.

A menos de dos horas de verles las caras a los acusados, el ahora ex remero de Zárate solo piensa en una cosa: que todo esto se termine de una vez.

LA CRONOLOGÍA DE LOS HECHOS

El 17 de enero Fernando y sus amigos estuvieron en la playa hasta tarde y después hicieron la previa en el hostel donde estaban. Una parte del grupo se fue a un boliche y otros a Le Brique.

Pasadas las 3.30 de la madrugada del 18 de enero comenzó el recital en Le Brique y se armó un pogo. En el tumulto hubo roces entre algunos y la seguridad del lugar sacó a varios, entre ellos los 8 jóvenes que hoy están imputados y a Fernando Báez Sosa junto a al menos seis amigos.

Estando en la calle el grupo de ocho rugbiers atacó a Fernando. Según la investigación de la fiscalía el grupo se dividió para cometer el crimen. Cinco de ellos (Máximo Pablo Thomsen, Ciro Pertossi, Enzo Comelli, Matías Franco Benicelli y Blas Cinalli) fueron a buscar a Fernando, lo atacaron cuando estaba desprevenido y golpearon en distintas partes del cuerpo.

La víctima de la golpiza cayó al piso y ahí recibe un golpe brutal: una patada que le provocó la muerte de forma casi inmediata. Según la pericia, esto le causó un “un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a un traumatismo de cráneo”.

Mientras golpeaban a Fernando en el piso, los otros tres rugbiers implicados (Ayrton Michael Viollaz, Lucas Fidel Pertossi y Luciano Pertossi) se encargaron de impedir que alguien ayudara a Fernando.

Tras el ataque intentaron reanimar a Fernando y el resto de sus amigos y su novia salen del boliche.

En distintas filmaciones se ve que los rugbiers se reúnen y festejan con abrazos el ataque a Fernando. Una cámara ubicada a 25 metros del lugar del asesinato se puede ver a algunos de ellos de forma nítida.

La policía salió a buscar a los agresores de Fernando por la zona y cuando vio a Máximo Thomsen, Alejo Milanesi, Blas Cinelli y Ayrton Viollaz aceleraron el paso y escaparon hacia el chalet donde estaban hospedándose, ubicado en la calle Alameda 203.

El resto de los rugbiers, apostados en la puerta de un supermercado, fue interrogado por tres efectivos de Infantería. Aseguraron no tener nada que ver con la golpiza frente al boliche. Los policías no lo percibieron en el momento, pero las cámaras del supermercado mostraron que, al ser abordados por los oficiales, la mayoría de los rugbiers escondieron las manos en los bolsillos. Se ve incluso cómo Ciro Pertossi se chupa los dedos para limpiarlos.

Lucas Pertossi volvió a la escena del crimen y confirmó la muerte de Fernando. “Caducó”, decía el mensaje que envió al grupo de WhatsApp.

A las cinco de la madrugada los padres de Fernando recibieron la noticia de la golpiza y les dijeron que estaban trasladándolo a un hospital. 

Unos minutos más tarde, una cámara de seguridad registró el ingreso de cuatro de los rugbiers a un McDonald's ubicado a tres cuadras del asesinato. Lucas Pertossi y Máximo Thomsen se habían cambiado la ropa y también estaban Alejo Milanesi y Blas Cinelli.

A las 10 de la mañana un grupo de efectivos policiales llegó al lugar donde se hospedaban los rugbiers para proceder con las detenciones.

En un principio hubo dos imputados más en la causa, se trata de Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi quienes, según la fiscalía que investigó el caso, no participaron del brutal hecho.

El 2 de enero comenzó el juicio que tiene como imputados a 8 rugbiers y como pocas veces pasa, hay muchos elementos probatorios para poder dirimir quiénes son los responsables de la muerte de Fernando Báez Sosa.