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Murió Horacio González, exdirector de la Biblioteca Nacional y creador de Carta Abierta

Estaba internado por secuelas que le habían dejado el Covid. desarrollado una vasta trayectoria intelectual y una obra prolífica.

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22-06-2021 16:45

Consternación y pesar en el mundo de la cultura por la muerte del sociólogo Horacio González, exdirector de la Biblioteca Nacional, quien había sido internado en un sanatorio porteño tras haber sufrido Covid.

González, de 77 años, estaba en pareja con la artista Liliana Herrero y había desarrollado una vasta trayectoria intelectual y una obra prolífica. Había sido, además, el creador de Carta Abierta, el grupo de intelectuales kirchneristas.

Era doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de San Pablo y había ejercido la docencia universitaria tanto en Buenos Aires como en otras ciudades del país. Tenía además un Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional de La Plata, destacándose para tal distinción su larga labor docente desde los años 60, que se extendió también a Uruguay, Noruega, Francia, Brasil y Estados Unidos.

Fue, junto a María Pía López, Christian Ferrer y otros, uno de los fundadores de la revista El ojo mocho, y también cofundó -junto con Nicolás Casullo, León Rozitchner, Ricardo Forster, Mario Goloboff y otros- el espacio de pensamiento kirchnerista "Carta Abierta", durante la llamada “crisis del campo", en el gobierno de Cristina Kirchner.

La intención de ese colectivo fue el desarrollo de debates y la publicación de manifiestos en apoyo del gobierno, y sus reuniones se realizaban en la Biblioteca Nacional, de la que Horacio González fue director entre 2005 y 2015.

Un año antes había recibido el Premio Konex por su aporte ensayístico a las letras argentinas.

Ejerció la docencia universitaria desde 1968 y fue uno de los profesores que dictaron las Cátedras Nacionales, creadas entre 1968 y 1972 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en el ámbito de la carrera de Sociología, que conformaron un movimiento de resistencia a la dictadura cívico militar.?

Desde sus clases, formó generaciones de cientistas sociales tanto desde las aulas de la Universidad de Buenos Aires, como en la Universidad Nacional de Rosario y en la Facultad Libre de Rosario, entre otras, donde fue titular de cátedras de Teoría Estética, Pensamiento Social Latinoamericano y Pensamiento Político Argentino.

Es autor de obras de valor sociológico y filosófico: La ética picaresca, Decorados, El filósofo cesante, Las multitudes argentinas, Restos Pampeanos, Filosofía de la conspiración, Las hojas de la memoria. Un siglo y medio de periodismo obrero y social, Violencia y trabajo en la historia argentina, entre otras.

También Perón, reflejos de una vida, Kirchnerismo, una controversia cultural y Lengua del ultraje. De la generación del 37 a David Viñas.

Su idea de lo que debía ser una Biblioteca Nacional lo dejó varias veces claro en diversas ocasiones. Además de libros, piezas y documentos, según su perspectiva, el organismo “archiva gestos procedentes de debates internos sobre si la Biblioteca tiene que estar destinada a grandes públicos o a investigadores”. De hecho, durante su gestión como director, la Biblioteca Nacional, además de ser la sede de “Carta Abierta”, se convirtió en un gran centro cultural y de debates, donde también se imparten talleres abiertos y se realizan muestras temporarias sobre diversos temas. Esa mirada sobre la gestión pública marcó una ruptura con el subdirector Horacio Tarcus, historiador y archivista, quien abandonó el cargo sonoramente, haciendo públicas sus diferencias con González. Su gestión en la Biblioteca Nacional deja también la creación del Museo del Libro y de la Lengua.

Intelectual de izquierda, Horacio González supo escribir hasta hace un par de años artículos cuyas posturas no siempre se alineaban con el gobierno nacional, haciendo expresas sus ideas sobre los distintos temas de actualidad que salpicaban al gobierno. Sin embargo, la conformación de Carta Abierta marcó también un giro en su equidistancia como pensador de izquierda y un alineamiento con el kirchnerismo.

Además de su pasión por el ensayo y la docencia, Horacio González fue un hombre de debates abiertos, a quien le apasionaba dar batalla por las ideas y desconfiaba de lo que llamaba “la derecha retrógrada”. Hasta el año pasado, a raíz de las dificultades que la Argentina incrementó con el conflicto de los fondos buitres, la devaluación de la moneda y otros asuntos económicos, reconoció en una entrevista periodística que le resultaba “una paradoja y le dolía que el gobierno de mayor sensibilidad social [el kirchnerismo] no pueda resolver problemas urgentes e inmediatos de una porción grande de la población”.

De su biografía no está ausente el cine, por caso. Pocos saben que ya fuera haciendo de sí mismo, como entrevistado o como actor en un papel breve, participó de diversos documentales como “Ante la ley”, “La Caracas”, “Cortázar: apuntes para un documental”, “Marechal o la batalla de los ángeles”, “Harto de Borges” y “El viaje”, entre otros. En este último hizo el curioso rol de “El soretero”.

Su vida estuvo atravesada por un interés intenso en las ideas, los fenómenos populares, la cultura y la voluntad por comprender los dramas de la realidad, desde la perspectiva socio-filosófica y política.

Más admirador de Paul Groussac que de Jorge Luis Borges, en sus respectivas gestiones como directores de la Biblioteca Nacional, Horacio González fue un admirador del pensamiento no siempre coincidente de Mariano Moreno, Juan José Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, José Hernández o Rodolfo Walsh, por nombrar algunos de los intelectuales de los siglos XIX y XX cuyas ideas lo atrajeron. Puede ser que, como Aby Warburg en su “Atlas de la memoria”, González se propuso, desde sus ensayos y los debates que promovía, trazar una cartografía de la diversidad de pensamientos que conforma la identidad argentina.

Fuente: Clarín

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