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20 años sin el Potro: la gloria, la adrenalina, la muerte

Un día como hoy, el país se despertaba con la noticia más trágica: el máximo ídolo popular se mataba en la ruta, en un hecho que alimentó paralelismos y mitologías.

rodrigo-bueno
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24-06-2020 07:56

Fue difícil salir de la conmoción. La mañana del 24 de junio del año 2000, la Argentina se levantaba con una noticia de esas que no se creen: en la autopista Buenos Aires - La Plata, a la altura de la ciudad de Berazategui, se había matado el “Potro” Rodrigo. La máxima estrella se vio cara a cara con la muerte de la forma más trágida, en el pavimiento, al igual que Gilda cuatro años antes.

El cuartetero cordobés, que transitaba el esplendor de su carrera, siguió al pie de la letra la máxima que le pide a los ídolos vivir rápido y morir jóvenes. Y se fue, exactamente, a los 27 años, al igual que Kurt Cobain, Amy Winehouse, Janis Joplin, Jimi Hendrix y tantos más...

Cronología del fin

La noche anterior, Rodrigo Bueno había participado de la grabación de “La Biblia y el calefón”, que presentaba Jorge Guinzburg en Canal 13. Después, rodeado por una comitiva que incluía a sus músicos, representante, su hijo Ramiro y la mamá del pequeño, cenaron en El Corralón, donde se encontró con el hijo de Alberto Olmedo, Fernando, a quien invitó para que lo acompañara a La Plata esa misma noche, donde también tenía un show. La noche recién empezaba.

La agitación continuó en el boliche “Escándalo”, en la capital bonaerense, donde actuó ante más de dos mil personas. El show quedó registrado en la tevé y el cantante alcanzó a hacer algunas declaraciones a medios platenses. Después del fervor, del alcohol y los aplausos, decidió volver a CABA en la misma noche, rechazando la invitación de Fernando Olmedo de descansar en La Plata. La vida al límite tenía que seguir.

Cuando su camionetas Ford Explorer SUV estaba a la altura de Berazategui, a eso de las 3.30 de la madrugada, rozó accidentalmente la Chevrolet Blazer del empresario Alfredo Pesquera, lo que provocó que Rodrigo perdiera el control del coche, se estrellara contra la barrera de contención y saliera despedido. Murió en el acto. Al igual que el hijo de Olmedo. El resto de los tripulantes, entre los que estaba su hijo y su ex esposa, Patricia Pacheco, sobrevivieron casi milagrosamente.

Conquistó todo

Aunque hacía varios años que venía batallando para conquistar al público porteño, fue recién poco antes de su muerte que el cuartetero comenzó a gozar del verdadero éxito, gracias al irresistible ritmo y las pegadizas melodías de sus canciones, y a su inconmensurable carisma, que acompañaba con una melena fogosa o rulos de colores.

No había en aquellos días una persona de cualquier edad y clase social que desconociera éxitos como “Lo mejor del amor”, “Soy cordobés”, “El amor sobre toda diferencia social”, “Y voló”, “Cómo olvidarla” y “La mano de Dios”, entre otros.

Pero nadie tampoco era indiferente al fenómeno Rodrigo, un verdadero torbellino que, en vez de mostrarse como un sumiso y agradecido artista del interior, tal como lo hacían varios de sus pares al actuar en Buenos Aires, eligió pasear su halo de estrella de rock, capaz de relacionarse como par con íconos populares como Charly García, Diego Maradona y Susana Giménez.

De esta manera, el artista comenzó a tejer su leyenda. Acaso "El Potro" logró convertirse en un verdadero embajador de la música cordobesa en territorio porteño; a diferencia del máximo referente del género, Carlos "La Mona" Jiménez, quien reina en su provincia y mantiene su identidad provincial intacta.

La mitología

Cuando un ídolo muere, nace el mito, se dice. Y con Rodrigo Bueno el aforismo se cumplió: hasta hoy en día, el lugar exacto del accidente es un santuario, al que peregrinan los fans para recordarlo y cantarle sus canciones.

Pero además de la mística que legó, empezaron a aparecer paralelismos: el primero tuvo que ver con su edad, que como dijimos lo hizo entrar al fatal “club de los 27”. Y después, la coincidencia de su muerte con la de Carlos Gardel, ocurrida el 24 de junio de 1935, también accidentalmente, en Medellín (Colombia).

La comparación es clara: el máximo ídolo popular argentino que, en el punto áureo de su carrera, encuentra su fin imprevistamente. En el caso de Gardel, en lugar de un error de movimiento en la ruta, fue durante el despegue, cuando en el carreteo se desvió y chocó con otro avión.

Las causas concretas (ya fuera un desperfecto técnico o un error humano de una y otra aeronave) nunca se aclararon. Gardel descansa en La Chacarita, y Rodrigo en el cementerio Las Praderas, en la ciudad bonaerense de 9 de abril. Ambos mármoles, tapados de recuerdos, regalos y flores, serán hoy donde se abracen colectivamente tangueros y cuarteteros.

Fuente: Los Andes

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