Los manteles impecables sobre la mesa con un perfecto almidonado, las copas vacías esperando esas bebidas espirituosas que calmarán la sed de aquellos que nos dejaron un día partiendo al más allá.
Cada 1 de noviembre nuestros muertos tienen que recorrer un largo camino a casa. Llegando de visita nos sorprenderán con pequeños ruidos o aromas a perfumes que ya habían sido olvidados por nuestra complicada humanidad.
En realidad los preparativos comienzan 4 días antes del 31 ya que hay que buscar los ingredientes para luego reunirse en familia y entre risas y rezos preparar la masa para las bendecidas ofrendas.
Entre charlas y anécdotas, de la masa ya preparada surgirán mágicas escaleritas, palomas voladoras o traviesos angelitos que pedirán inocentemente caramelos de miel de caña para saborear los dulzores de un mundo que aunque nos cause tristeza amaremos hasta nuestra despedida.
Una vez listas las ofrendas adornarán esa mesa, símbolo de nuestra impaciente espera, allí podremos abrazar energéticamente a las almas que extrañamos y decirles que los llevamos en el corazón por siempre.
Un cuento para recordar
Entre nostalgias y el recuerdo de voces a lo largo de mi vida aprendí que las ofrendas con forma de escalera son las que van a permitir llegar directamente al cielo, las cruces representan la glorificación del Señor y de las almas y los ángeles en las ofrendas son los guías y protectores de las almas que nos visitan en este noviembre jujeño.
Ahora bien recordemos que no solo debemos preparar la comida, la bebida, lo material sino lo principal, nuestra alma limpia, sin rencores, sin olvidos, plena de amor y energía para poder estrecharlos en un simbólico abrazo que brille en el mundo ofrendando a la vida.
Así como los dulces son para los angelitos que entre juegos y risas agitarán sus alitas para decirnos que la magia existe y que la muerte es vida, mantengamos la dulzura en nuestras palabras y acciones para que las estrellas caigan por más deseos cumplidos.
Almas nuevas, almas viejas almas familiares, almas invitadas, todas pasarán por un sorbito de ofrenda o por una gotita de amor para completar el ciclo de la vida y de la muerte.
En estos días los jujeños tenemos la oportunidad de vivir la experiencia de estar unidos a nuestras raíces más profundas, vibrar y ofrendar la vida a nuestros ancestros para fortalecernos con la energía del universo.