Opinión

Emociones: ¿impulsoras o detractoras del cambio?

montana rusa
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Laura Tomé Gámez por Laura Tomé Gámez | 01-09-2023 15:20

En el constante viaje de la evolución empresarial, nos encontramos con un compañero inseparable: el cambio. Pero, ¿cómo perciben nuestras mentes este compañero constante? Según los expertos en neurociencias, el cambio puede ser una lucha interna para el cerebro humano. El objetivo principal del cerebro es resguardarnos del dolor, por lo que enfrentar el cambio, especialmente cuando es impuesto y mal explicado, pone en duda nuestra seguridad al cuestionar lo que somos y hacemos. En respuesta, el cerebro se enciende en alerta, manifestando emociones intensas que se asemejan al miedo.

El cambio no es una mera transacción, sino una montaña rusa emocional. Si abordamos el cambio únicamente desde un enfoque racional, olvidamos que implica dejar atrás lo conocido, lo que lleva tiempo procesar. Más allá de las estrategias y los planes, el cambio afecta las conexiones humanas, las posiciones y el equilibrio de poder.

Es posible influir en la manera en que las emociones desempeñan su papel, pero evitarlas por completo es ilusorio. Estas emociones siguen patrones definidos: la incertidumbre y la resistencia inicial debido a la falta de claridad y apegos; el miedo a lo desconocido y la sensación de pérdida; la adaptación que conlleva curiosidad, esperanza y empoderamiento; la cohesión grupal y la recompensa al final del camino, conduciendo a la aceptación y satisfacción.

El viaje del cambio comienza con una pérdida que desencadena negación, ansiedad y sorpresa. La pendiente desciende antes de que empiece una etapa de transición, cuando la realidad del cambio se vuelve innegable. Aquí, la pendiente cambia y gradualmente se convierte en una ascendente. La confusión se transforma en creatividad y soluciones. Luego de superar la duda, llega la aceptación, la impaciencia, la esperanza y, finalmente, la energía y el entusiasmo.

Reconozcamos que el cambio es una montaña rusa emocional y debemos tratar a nuestro equipo con sensibilidad, comprensión y compasión. Observemos el proceso completo: desde la negación inicial hasta la energía revitalizada. El cambio no es un interruptor, sino una secuencia de estados emocionales que requiere manejo y dirección.

El cambio es un camino emocionalmente desafiante para todos. Requiere una guía cuidadosa y empática para lograr una transición exitosa. Al entender y abordar las emociones asociadas con el cambio, no solo moldeamos el futuro de nuestras organizaciones, sino que también mostramos un respeto profundo por la humanidad que impulsa estas organizaciones.

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